lunes, 30 de diciembre de 2013

Pesimismo vs optimismo, cyberpunk vs transhumanismo

Nuestro mundo industrial, ya post industrial, dio lugar a una concepción del mundo sobre la base del progreso constante. Su origen se encuentra tanto en la percepción del singular desarrollo tecnológico que vivió Europa en el siglo XIX como en la tradición cultural del humanismo ilustrado, a su vez heredero del humanismo renacentista con vocación de mejorar el mundo desde su base cristiana. Tan fuerte es que a muchas personas les cuesta concebir el tiempo histórico. 

Cuando miran la evolución de su localidad, por ejemplo, no pueden evitar proyectar nuestras ideas de cambio al pasado, mientras que la realidad histórica muestra que, en un milenio, cualquier localidad rural vivió una profunda continuidad en sus formas de vida, tanto materiales como culturales o sociales más allá de detalles superficiales.

Con la cultura de masas, nos llegó también la popularización de la literatura. La Ciencia Ficción comenzó a ser cultivada en el XIX por gente como Mary Shelley (Frankenstein), Jules Verne o HG Wells (La máquina del tiempo o La guerra de los mundos, entre muchos otros), siguiendo el nuevo cientifismo de la sociedad europea. La era pulp hizo de la ciencia ficción un género popular como nunca antes.

En los 80, pasada la edad dorada de la ciencia ficción de los 50-60, en plena crisis del pacto social y la europa del consenso socialdemócrata, hace súbito acto de presencia un nuevo subgénero: el cyberpunk. Aunque hubo algunos antecedentes en las décadas anteriores, es en los ochenta donde eclosiona, sin duda por la poderosa influencia del movimiento punk.

Hacia los noventa comenzará, por otro lado, a definirse un movimiento tecnoutopista nuevo. Tendrá sus antecedentes en muchos escritores e ideas anteriores, claro, pero nace al calor del neoliberalismo que ocupa las mentes y corazones abandonados por el pensamiento materialista en crisis. El transhumanismo es, en esencia, trascender el materialismo a través del desarrollo tecnológico, hacernos posthumanos, seres que no van a estar limitados por las meras necesidades materiales. A menudo, esta trascendencia se define en la Singularidad de Kurzweil.

El cyberpunk del cinismo frente al utopismo transhumanista no deja de ser la batalla por el alma de la ciencia ficción: ¿Qué nos depara el futuro? Para el transhumanismo, la tecnología nos salvará, el cyberpunk nos dice que no.

Ante esta cuestión debemos mirar nuestro pasado y reflexionar quién tiene razón, puesto que el futuro no podemos conocerlo hasta que llega. La primera industrialización, pese a todo su desarrollo tecnológico, no supuso una mejoría para la vida de la mayoría de personas en Europa. Supuso más opresión, más miseria (tanto por perder los hogares rurales como la insalubridad de la ciudad obrera), sin ninguno de los beneficios del mundo industrial. No es sorprendente la fuerza del ludismo en la Inglaterra de finales del XVIII.

Por otro lado, el XIX es, indudablemente, un siglo de gran aumento de las condiciones de vida. Especialmente a partir de la masiva industrialización europea después de las fracasadas Revoluciones Liberales. Los niveles de consumo de carne irán aumentando hasta superar los niveles medievales (que son superiores a los del mundo clásico, también). El conocimiento médico permite combatir la enfermedad como nunca antes.

Si pasamos al XX, es imposible cuestionar la mejora de la vida material. Pero, entonces, nos asalta una nueva pregunta: ¿Son las condiciones básicas de vida suficiente para tener buenas vidas? Entre el XIX y el XX hemos asistido a grandes oscilaciones en las desigualdades económicas. En el XX, las enormes desigualdades antes del crack del 29 fueron reducidas enormemente hasta el ascenso del neoliberalismo de los 80 (de ahí el movimiento cyberpunk).

Si hablamos de desigualdades inmateriales, como son derechos políticos, podemos cuestionar enormemente que la vida material sea lo único importante para valorarlo. Todos los desarrollos tecnológicos han supuesto un aumento de la opresión junto a nuevas herramientas para combatirla. Aquí valoro burocracia y sistemas legales modernos como tecnología cultural. Si nos venimos a la sociedad de la información, toda la libertad de información de las tecnologías de comunicación que también han creado los instrumentos de vigilancia permanente de nuestro mundo.

Es interesante pensar en la ciencia ficción como el reflejo de su tiempo. Bueno, más que interesante es la única forma de analizarla. El cyberpunk nace en la crisis social que habilita el ascenso del neoliberalismo. Sus temas son dos: la desigualdad económica encarnada en el poder de las corporaciones y la tecnología que, en lugar de hacer nuestras vidas mejores, nos ha condenado al paro, la miseria y la opresión. Algo con lo que cualquier persona de condición humilde puede simpatizar. Es marxista, en tanto que analiza el mundo desde el materialismo.

Pero el transhumanismo es la voz de los 90, de la superación de la crisis ideológica a través del destierro del paradigma materialista. Es la confianza en que todos nuestros problemas se verán superados gracias a la tecnología. Podremos cargar nuestras mentes en ordenadores y evitar la muerte. Podremos producir energía sin problemas y nadie carecerá de nada. Todos los defectos se arreglarán artificialmente. Gracias a la tecnología, el postmaterialismo será realidad.

Es interesante observar el post cyberpunk, como se ha conocido al sugénero que nace del cyberpunk, pero no tiene el mismo origen punk, ni llega a las mismas conclusiones que él. Toma cierto transhumanismo, pues rechaza la alienación de la tecnología. Es un subgénero que quiere explorar el lado amable del cyberpunk. No nos pone del lado de los desterrados del sistema, sino que nos mete de lleno en el sistema. Nos dice cómo vivir en el mundo cyberpunk. Según la obra, puede oscilar más al optimismo que al cinismo. Con el maravilloso anime Ghost in the Shell: Stand Alone Complex no me atrevería a simplicar; no soy capaz de decir si es un futuro positivo o negativo desde la narrativa de la serie. Por eso es una maravilla.

Y ya para acabar, para mí el transhumanismo es una visión religiosa. Igual que las religiones de salvación, traslada al futuro indeterminado el paraíso. El transhumanismo no nos dice cómo mejorar nuestras vidas con los instrumentos del presente, responde a todos los problemas que necesitan solución con la promesa de un futuro tecnológico en que todo será bueno y perfecto. Si es el transhumanismo de la Singularidad, y la mayor parte lo es, incluso nos pone a nuestros Salvadores: la Inteligencia Artificial que, siendo más que humana, enconrará la llave para dar solución a todos los males y necesidades.

No por tener elementos será malo. Mucha ciencia ficción moderna tiene elementos. Es razonable pensar que el futuro será uno donde la mera humanidad será algo del pasado. Aunque sea simplemente por la Realidad Aumentada, seremos más que humanos. Que el tecnoutopismo tenga razón, y viviremos en el paraíso postmaterialista, ya es una cuestión absolutamente diferente. Yo no lo creo.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Cuando el progreso no es lineal


Esta foto corresponde a Kabul en 1972, estudiantes femeninas caminando libremente, enseñando piernas. En Foreign Policy hicieron una galería de fotos correspondientes a los 60-70 en Pakistán que mostraba esto mismo.

Existe en la sociedad occidental una idea muy errónea sobre la historia. Los avances (que nosotros consideramos como tales) van llegando según una progresión lineal de las luchas sociales y civiles. Eso que resume la expresión "estamos en el siglo XXI" o "que todavía pase esto en 2013" ante integrismo religioso, machismo u otras injusticias de carácter más civil que socioeconómico. O cuando el PP hace alguna de sus contrarreformas, nos llevan a "200 años atrás". O eso de pretender que en Afganistán viven en la Edad Media por el tema integrista (el Islam medieval no tiene nada que ver con los talibanes, pero no esperemos rigor) y la ruina política que es el estado afgano.

No es una idea nueva. La idea del progreso nace en en la Ilustración y se consolida en el siglo XIX. El positivismo de Proudhon, por ejemplo, bebe esencialmente del progresismo que impregna la ideología liberal burguesa, incluso entre lo más moderado y conservador del liberalismo. Cuando aparecen las ideologías reaccionarias en las antípodas del liberalismo a finales del XIX (los nacional socialismos y primeros antecedentes del fascismo), lo hacen en parte también como respuesta a una percepción de que el progreso no es tal, si bien esta idea ganará más fuerza tras la Primera Guerra Mundial. Nacen del modernismo y su acción humana que debe forzar el cambio, ni que sea de forma violenta (de donde también vendrá el carácter social más amplio del fascismo).

También el marxismo es profundamente positivista en este aspecto. Marx repasa la evolución humana en las diferentes fases de las relaciones de producción (esclavismo, feudalismo, capitalismo, socialismo y comunismo) en un sentido de claro progreso. Incluso termina, como lo hace el neoliberalismo postmoderno después, en un "fin de la historia" una vez lograda la revolución y el comunismo.

Pero el progreso no es lineal, ni siempre es siquiera progreso. Hablando del progreso social, claro. El progreso técnico es incuestionable, puesto que nace de la acumulación de capital científico, que, a su vez, crea nuevas posibilidades tecnológicas constantemente. En este sentido, antes de la supuesta Singularidad del transhumanismo podríamos ver diversas singularidades históricas en el desarrollo de la escritura o la imprenta para entender el progreso tecnológico y sus aceleraciones (también instituciones académicas tienen un papel muy relevante en ello).

El caso de Afganistán no es que sea un caso de derechos plenos recortados después, porque nunca llegó a imponerse la emancipación femenina. Pero sí hubo, durante buena parte del siglo XX, numerosos intentos de occidentalizar el país. Tanto la monarquía (incidentalmente, la reina Soraya fue una de las grandes activistas de la causa femenina) como las dos repúblicas, especialmente la soviética, lo intentaron sin éxitos aplastantes. Aun así, lograron que se vieran mujeres estudiantes que vestían como occidentales y podían desempeñar profesiones de prestigio libremente... aunque siempre fueron una minoría. La llegada de los talibanes lo destruyó, claro.

Podríamos querer ver un reflejo en las Primaveras Árabes, pero hay dos problemas con ello: todavía están en sus procesos revolucionarios (de consolidación o de contrarrevolución) y es imposible hacer este análisis en el corto plazo por la naturaleza de la inestabilidad de estos años, son tendencias que veremos imponerse o volver a cambiar cuando la política cambie de sentido si siguen en crisis y el islamismo no tiene respuesta. 

Pero es interesante pensar en el islamismo político y cómo su apoyo se podría explicar como la reacción a los regímenes seculares que han gobernado el mundo árabe desde la descolonización. Es curioso que falle la política liberal, pero la población tenga fuertes componentes liberales que claman por democracias occidentales. De ahí que me pregunte si, especialmente en Túnez y Libia, cuando los islamistas no puedan solucionar los reclamos de soluciones a la crisis social de sus estados, veremos una nueva fuerza en los partidos de corte secular con influencia occidental.

En cualquier caso, el progreso social es una ilusión fruto de la Ilustración y la particular historia del XIX europeo. Antes, el paso de la Edad Media a la Edad Moderna supuso una pérdida de libertades general y la creación de estados mucho más represivos que sus antecesores medievales (probablemente por simple cuestión de capacidad de proyectar el poder de las monarquías). El siglo XIX generó muchas desigualdades, entre clases y entre géneros, que antes no habrían sido posibles. Las sociedades de las últimas décadas del siglo XX se han caracterizado por el aumento las desigualdades hasta niveles no vistos en décadas.

La historia no "avanza", se desenvuelve. No hay un destino manifiesto donde está el comunismo, como no hay un fin de la historia neoliberal. Que existan mejores en las condiciones de vida o en la organización política de las sociedades provendrá de sus actores y actrices, sus voluntades, sus interacciones, sus consensos y sus disensos. 

Quien quiera progreso, que lo gane luchando por mejorar su vida y la de los demás día a día. No hay un camino universal hacia ello, no existe ninguna esencia mistica que nos hace más iguales a medida que vamos sumando cifras a nuestra cuenta del tiempo histórico. Estar en el siglo XXI, o en el XXX, no implica nada sobre lass relaciones de producción, ni la estructura social o la organización política.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Pensar la posdemocracia según el framework de la Revolución Militar

La Revolución Militar es una teoría de Michael Roberts para describir los cambios en la doctrina militar en el siglo XVI y su efecto sobre el desarrollo de los estados modernos. Se ha debatido bastante sobre cuándo se suceden estos cambios en la forma de hacer la guerra y su efecto. Es una teoría un tanto polémica, con defensores y detractores por igual.

Esencialmente, nos dice que el desarrollo de la técnica militar postmedieval, la artillería y las armas de fuego, alimentaron el desarrollo de los estados modernos para poder sufragar el enorme coste de equipar y mantener los nuevos ejércitos europeos. La necesidad económica llevó al desarrollo de la burocracia y los sistemas impositivos característicos del período hasta la Revolución Francesa.

Personalmente, creo que su análisis de la guerra medieval está muy anticuado (es de los 50). No hay un cambio tan significativo como tradicionalmente se adscribe al siglo XIV. Y existen muchos elementos de continuidad en el desarrollo de los estados desde el período medieval a la época moderna. Por otro lado, ciertamente el ejército permanente francés de Luís XI es el primer ejemplo de un ejército permanente profesional ya en el siglo XV y su impacto sobre el sistema fiscal francés está ampliamente aceptado, la homogeneización de la talla y la extensión de los comisarios o gobernadores por los diferentes territorios.

Pero al margen de su concreción como teoría, también supone una interesante perspectiva desde la que analizar una sociedad. Si miráramos la evolución social y militar en el mundo clásico, veríamos que el auge de las ciudades estado ciudadanas se produce paralelamente al de los ejércitos hoplíticos de ciudadanos soldado. En el caso de Atenas, el paradigma de la democracia griega (porque la mayoría de poleis no eran democracias como la ateniense, salvo aquellas bajo su influencia), la mayor democratización se produce conjuntamente con la extensión del servicio militar a las clases no propietarias. La profesionalización de los ejércitos en el período helenístico marca la decadencia de las poleis. He de decir que en Grecia es un poco menos claro el efecto de la profesionalización por la interacción con Macedonia y otros estados helenísticos mucho más grandes que las ciudades estado, que competirán con ellos mediante ligas de ciudades.

En el caso romano es mucho más claro. La primera parte de la república es una ciudad estado como cualquier otra en Italia. Ejércitos ciudadanos y fortaleza del régimen cívico. Cicerón decía que Roma tenía tres formas de gobierno en su seno: monarquía en las magistraturas, oligarquía en el Senado y democracia en asambleas y comicios. Con ello equilibraba los defectos de cada forma de gobierno, lo cual es, evidentemente, propaganda de uno de los oligarcas. En cualquier caso, la decadencia del ejército cívico y la creación del legionario profesional mediante los proletarii supone la crisis de la república, donde diferentes oligarcas, desde magistraturas con imperium, que controlan los ejércitos, se disputarán el poder hasta la instauración del régimen autoritario de Augusto, basado en buena medida en el control de las fuerzas militares romanas.

Yendo a la Europa postmedieval, la consolidación de lo que se ha llamado absolutismo (creo que es un término poco preciso, pero bueno) viene, como dice la teoría de la Revolución Militar, de la consolidación de ejércitos profesionales y el monopolio sobre pólvora y artillería. A finales del período moderno los ejércitos profesionales han aumentado en sus contingentes mucho. Con la Revolución Francesa, regresan los ejércitos cívicos. Si bien, en este caso, se han convertido en ejércitos nacionales por el desarrollo de la nación estado con muchos más ciudadanos que ninguna ciudad estado clásica. Primero Estados Unidos y sus milicias, luego el ejército francés de la República y Napoleón, hasta que a lo largo del siglo todos los estados creen sus propios ejércitos nacionales. Uno de los últimos será Gran Bretaña, a finales del XIX.

Es interesante, porque existe una clara correlación. Se consolidan primero las democracias burguesas con voto censitario y luego, consolidados los ejércitos nacionales, se extenderá también el sufragio universal. Aquellos lugares con levas tempranas, como los milicianos de EEUU, la Francia revolucionaria o incluso la España alzada contra Napoleón de la Constitución de Cádiz tenderán a tener sufragio universal masculino antes.

No pretendo establecer relaciones causales. Sería absurdo. La tempranía del sufragio universal masculino en EEUU viene de su estructura social, donde el ciudadano propietario era muy común en las primeras décadas de la nueva república independiente y el voto estaba tan extendido que bien podía ser derecho de todos los hombres (y así se hizo eventualmente... si bien con el tema de la segregación racial de fondo, que lo limitó igualmente). El ejército nacional revolucionario francés no viene de ningún interés burgués por ello, es una simple cuestión de supervivencia frente a todos sus enemigos externos. Y una forma adicional de crear sentimiento patriótico.

No obstante, supone una correlación muy interesante. El punto culminante de los ejércitos nacionales fue la Segunda Guerra Mundial. Tras ella, el ejército profesional vuelve a convertirse en el ejército estándar. Estados Unidos desarrolla, por ejemplo, una carrera militar como elemento redistributivo, de igualdad de oportunidades. El servicio militar se ha limitado en muchos estados europeos. Los países nórdicos todavía lo tienen, Suiza se basa en un ejército miliciano completamente. Es interesante ver que son algunos de los estados más democráticos que hay.

Pero la guerra del siglo XXI no es una guerra de numerosos efectivos como lo fueron las guerras mundiales o las guerras napoleónicas. Es una guerra de alto desarrollo técnico. La doctrina militar se basa en las guerras relámpago y enfrentamientos cortos e intensos, donde el equipamiento y el armamento sofisticado son decisivos. La guerra asimétrica, por otro lado, es lo único que estamos viendo y no obedece a este tipo de conflicto.

Concluyendo: si hacemos caso de las correlaciones observadas en la historia, la nueva forma de hacer la guerra podría hacernos pensar que, en lugar de ir a una nueva era de democracia participativa y plena, estamos en la senda de la posdemocracia.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

¿Los libros curan el fascismo?



Existe esa idea de que solamente los ignorantes conformaron las masas fascistas que violentaron la Europa posterior a la Primera Guerra Mundial. El título hace referencia a la cita de Unamuno sobre el fascismo que se cura leyendo. Pero, ¿es realmente así?

Aunque el fascismo como tal nace con la crisis de identidad del liberalismo europeo tras la I Guerra Mundial, podemos observar sus antecedentes ya durante los años posteriores al inicio de la Segunda Revolución Industrial (tradicionalmente, la Belle Époque que comienza tras la crisis de 1873). Este período se caracteriza por la sustitución de la sociedad burguesa tradicional, triunfante definitivamente en Europa tras las revoluciones liberales de 1848, por la sociedad de masas que todos conocemos. El capitalismo de la empresa familiar y el mercado nacional se ve devorado por el capitalismo global de las corporaciones y las sociedades anónimas.

En este contexto, las clases medias burguesas se ven desplazadas. Por arriba, la alta burguesía trasciende la burguesía tradicional y liberal. Por abajo, la clase obrera se convierte en actriz con agencia propia. La clase media que dominaba la vida pública pierde su influencia a manos de grupos sociales ajenos al ideario sobre el que su propia clase se había definido hasta el momento. Incluso les superan grupos económicos hasta entonces ajenos a la sociedad burguesa del hombre hecho a sí mismo: gestores del capitalismo como directivos y administradores.

La clase obrera se definió por su lucha para emanciparse del yugo del capital. Las élites económicas se definen por su control sobre estados y sociedad a través del capital. La clase media está fuera de juego. Carente de anclaje identitario como clase, a diferencia de la clase obrera, su identidad se construirá a través del nacionalismo. Es cuando nace la segunda ola de nacionalismo, diferente al nacionalismo cívico que nace de los Estados en construcción, mucho más esencialista (hegeliano).

Por supuesto, el nacionalismo por sí mismo no tiene por qué ser algo negativo. Sin embargo, tampoco tiene que serlo positivo. La identidad tiene que construirse en oposición a algo. En Europa había todavía numerosas minorías, judíos, polacos en Alemania, el caos étnico-cultural del Imperio Austro-Húngaro, etc. Las ideologías de las que nacerá el fascismo, todas, tendrán un fuerte cariz racista. No es que el racismo lo inventaran ellos, pero abrazarán el darwinismo social hasta las últimas consecuencias (el nazismo).

Curiosamente, en contraposición, el mundo obrero será más tolerante por influencia de la socialdemocracia. La lectura marxista de la sociedad obliga a ello: si lees el mundo sobre la base de la desigualdad de clase, el enemigo difícilmente será el obrero de otra etnia (la URSS de Stalin también demuestra que no siempre, no obstante). 

Existe el tópico de que los nazis ganaron sus apoyos en el contexto de la Gran Depresión y las crisis de la República de Weimar. Hobsbawm planteaba que, como digo en los párrafos anteriores, la reacción e carácter nacionalista llevaba tiempo desarrollándose. Si llevaba tiempo en gestación, es evidente que no fue por la causa directa unívoca de una crisis económica brutal. Evidentemente fue un factor clave para el éxito de la demagogia nacionalista, como lo sigue siendo hoy día.

Dicho todo esto, hay que mirar qué es la clase media. Generalmente, la clase media tradicional pequeño-burguesa eran las clásicas profesiones liberales: médicos, abogados, maestros, ingenieros, etc. y los propietarios urbanos del taller artesano y la tienda. Y, finalmente, las nuevas clases medias nacidas en este período: oficinistas y demás profesionales del sector servicios que gana importancia en las economías desarrolladas, los llamados por el marxismo "gestores del capitalismo" (aunque yo, siguiendo a Hobsbawm, creo que podemos tener una clase gestora entre las élites y no clases medias. Los grupos de directivos y administradores habían trascendido la burguesía tradicional).

Y ya llegando a la respuesta a la pregunta de este escrito, la clase media se caracterizaba (y todavía lo hace) por ser la clase educada, élites al margen. La clase obrera ciertamente no se podía permitir más que la educación básica. Las profesiones liberales requieren estudios superiores. Podría también decirse que los obreros de cualificación superior están en una difusa frontera social que puede hacerlos parte de estas clases o tener muchas similitudes.

Hay dos tesis que aceptar para mi respuesta. La primera es que el fascismo tiene uno de sus pilares en las clases medias (evidentemente son tendencias). Esto lo apunta a quién beneficieron los regímenes fascistas al margen de los vencedores de siempre de las élites, y éstos son las clases medias. La Italia fascista les dio acceso a trabajar a cargo del Estado en su gran desarrollo burocrático que dobló el número de empleados gubernamentales, beneficiadas las clases medias. De los nazis se puede encontrar la composición de sus miembros incluso en la Wikipedia (de veras: membresía Partido Nacional Socialista Alemán). Parece difícil de rechazar que el fascismo se construye con especial apoyo de las clases medias.

La segunda es que las clases medias tienden a tener una educación superior que los demás. Todavía en los estados sociales europeos modernos es visible la desigualdad entre clases: la clase obrera tiende a porcentajes menores de población con estudios superiores e incluso en informes muy poco marxistas como PISA se cifra el efecto socioeconómico en el éxito escolar en lugar de la propia escuela/sistema en porcentajes muy elevados (60% vs 40). Esto teniendo fuertes compensaciones estatales a las desigualdades económicas, antes de la II Guerra Mundial era mucho más evidente.


Así pues, es difícil decir que la educación es una defensa frente al fascismo. Las clases educadas fueron grandes soportes del fascismo europeo. No quiero hablar demasiado de hoy día, porque la tendencia en Europa ha sido la difuminación del voto de clase (solamente hay que mirar el caos que supone el voto al PP). También porque el neofascismo y el populismo reaccionario-nacionalista no tienen el mismo carácter que tuvo en el pasado y, en buena medida, porque nuestras sociedades también han cambiado y no se mueven del mismo modo. Aun así, todavía podemos ver algunas correlaciones: UPYD es el partido que más votantes con estudios universitarios tiene, el Front Nationale tiene significativos porcentajes de votantes de nuevas clases medias (he visto 29% trabajadores manuales y 25% de nuevas clases medias).

En definitiva, creo bastante improbable que por leer vayamos a poder resistir mejor la llamada del fascismo o neofascismo. Sus antecendentes históricos muestran que la educación no hizo menos susceptibles a las clases que la tenían de ser atraídas por él (no son porcentajes muy elevados para los nazis, pero hay que entender que había más partidos para atraer su voto, muchos democristianos por ejemplo). Suele suceder que las ideologías tienen fuertes componentes de clase, porque las ideologías apelan a elementos que muevan al electorado. Si un partido habla de relaciones de producción, de explotación y bienestar seguramente atraiga mayoritariamente a quien pueda identificar sus problemas en ello.

lunes, 9 de diciembre de 2013

The Dragon's Path, de Daniel Abraham


Hace poco terminé el primer volumen de la nueva serie de Daniel Abraham (The Dagger and the Coin), uno de los escritores jóvenes más prolíficos y, seguramente, con mayor proyección de futuro de USA. Tiene buena relación con George R.R. Martin, que lo "apadrinó" al comienzo de su carrera. Ha escrito también The Long Price Quartet, The Black Sun's Duaghter (como MLN Hanover) y The Expanse (como James SA Corey, pseudónimo de Abraham y Ty Frank).

Este libro es fantasía épica de corte clásico. Un mundo pseudomedieval, magia, dragones, el destino de un reino en peligro en manos de un puñado de personajes. Nada sumamente original en sus premisas. Pero la originalidad está sobrevalorada. Al menos, originalidad cuando reducimos algo a sus elementos más esenciales sin entrar en los detalles.

Porque Abraham se caracteriza por la frescura de cómo toma arquetipos e ideas para darles su propia voz. Es cuando entramos en los detalles de cómo es Geder, o por qué Dawson hace lo que hace, que podemos entender qué está haciendo Abraham con esta serie.

Una oda a la fantasía épica. Hay una entrevista al final de mi edición donde él dice que las ideas sobre para esta serie provienen de unas largas conversaciones con otros escritores y escritoras de fantasía. Reflexiones sobre lo que él cree que es la fantasía, qué expresa, que fueron puestas en marcha para escribir estos libros.

Me quedaría, entre muchas cosas, con que se trata de un libro maduro. No es simplista ni nos da martillazos con sus temas o caracterizaciones, pero tampoco es juvenil en su hiperviolencia grimdark. Es fresco, aunque use fórmulas clásicas y bien conocidas por todos. Plantea temas y preguntas en su diálogo con la fantasía épica merecedores de hacerse, como la cuestión de la defensa del status quo tan prevalente en el género o qué nos hace actuar vilmente.

La caracterización es sólida, aunque no demasiado compleja. Le da suficiente vida al arquetipo para que tenga su propio volumen, pero tampoco estoy seguro de que en todos los casos los haga suyos enteramente. Sin embargo, la caracterización funciona bien junto con los elementos temáticos, es decir, los hace evidentes mediante ella, así que tampoco es mala cosa. No todo nos tiene que hacer dudar, también pueden ser interesantes para plantear claramente la pregunta que el texto nos responda (o la deje en el aire).

Por último, el mundo. Eso siempre me interesa como historiador. Si tuviera que describirlo, diría que es un mundo clásico al que se le ha dado una capa de pintura medieval. Tiene diversos toques que lo hacen más cercano al Imperio Romano, como esclavos mercancía, sociedades urbanas incluso en los reinos más "medievales", gladiadores y triunfos, etc. La sociedad es simple: nobleza por encima de un pueblo llano carente de derechos y ciudades con alguna complejidad mayor e instituciones cívicas. Hay algunas ideas sugerentes, como el pasado del imperio de los dragones y la magia, pero poco detallado todavía. Oh, y la humanidad se divide en doce razas creadas por los dragones.

En definitiva, muy recomendable y una serie con futuro prometedor que ya tiene tres libros, si no me equivoco. De cinco. Nada mal.

viernes, 6 de diciembre de 2013

No por rellenar mapas sabes geografía




Uno de los grandes tópicos sobre la geografía en las aulas es que a alguien se le daba mal o bien según su aptitud para memorizar países, capitales, accidentes geográficos y ponerlos en un mapa mudo. Nadie parece recordar que había todo un curso (según el centro hasta dos cursos más en la ESO) adicional donde lo de los mapas, por lo general, no volvían a aparecer para demostrar la capacidad de memorización. Tampoco es que aparecieran tanto en el primer curso.

El primer problema de esta idea es que, como es habitual en nuestra educación, confunde aprender con memorizar y vomitar en el examen. Nadie debería sentirse mal por no recordar capitales o ríos si no es algo que utiliza regularmente. ¿Por qué malgastar procesos cerebrales en una chorrada que no te sirve en tu vida? Por eso se olvida. Y, por tanto, no se ha aprendido. Si se quisiera que estas cosas se aprendieran, se deberían trabajar regularmente, de manera que se vaya edificando el conocimiento sobre una base sencilla inicial. Tener que meterte dos centenares de estados y sus capitales en la cabeza para descargarlo todo en un mapa el día del examen no favorece que eso vaya a quedarse ahí si no lo trabajas nunca más.

¿Queremos que se quede, por otro lado? Igual que la obsesión por memorizar listas de hechos, fechas y nombres históricos, memorizar todo esto sirve para poco más que para hacerlo muy bien en el Trivial. Todo esto no porque trabajar la memoria no sea algo bueno, sino porque se puede trabajar la memoria mientras se aprende algo. Es más: como todas las trivialidades que memorizar en historia, son lo menos interesante que se hace en la asignatura de Sociales de la ESO.

Y es ése el más grande de los problemas: reducir la Geografía a trivialidades memorísticas cuando es una ciencia social que, como todas las otras ciencias sociales, estudia la sociedad humana desde una perspectiva concreta. En este caso, las relaciones con el medio. El estudio del medio también le corresponde a la Geografía en su variante de Geografía física, claro. Podemos tocar economía, sociología, política...

Trabajar mapas es importante, desde luego. Pero más que rellenarlos uno mismo, lo que realmente importa para el desarrollo de una persona es saber leerlos e interpretarlos. Saber usarlos para orientarse (algo que hacemos en 1º y nunca más se repite), para recabar la información que se necesita, para entender X lugar, para entender la información que te transmite una noticia o libro. Son cosas que, en la vida académica de una persona, no digo ya en la vida diaria, resultarán necesarias.

Por supuesto, en mi mente la educación no es simplemente transmitir conocimientos o habilidades, es utilizar las diferentes materias para que el alumnado aprenda a desenvolverse en el mundo adulto, sea con habilidades prácticas diarias como poder calcular un descuento o habilidades académicas como leer un texto y saber interpretarlo más allá de la información más directa. Es acumular capital cultural que permita al alumnado desarrollarse plenamente cuando decida su futuro y pueda hacerlo efectivo con aquello que aprendió.

Mucho más abstracto, claro, que el currículum actual y sé que nunca será real. Pero soñar es gratis.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

De PISAs y letras

Bad pun, I know.

El martes se publicó el informe PISA 2012. Para variar, todos se centran en la idiotez de los números del ránking, cuando las variaciones de nuestros resultados son inconsecuentes por la variabilidad (100 sobre 500). Por mirar esos ránkings, resultaría que nuestra educación es mejor que la sueca. 

La realidad es que el propio informe indica que España está dentro de la media, puesto que una variación de diez puntos está dentro de la desviación no significativa. Así, estamos al nivel de Noruega, uno de nuestros soñados países escandinavos. Lejos de Finlandia, claro, pero es interesante señalar que Finlandia ha sufrido un retroceso. Hay que dejarse de idealizar lo que hacen en X lugares y pensar seriamente lo que nos parece un problema, lo que queremos y cómo lo solucionamos.

Y lo que debemos querer es igualdad. No porque sea buena a nivel democrático, que también, sino porque el informe viene a demostrar que el bajo rendimiento de España proviene de la desigualdad. Existe la correlación entre CCAA con mejores rendimientos en aquellas con PIB per capita más altos. La diferencia entre los resultados de aquellos con mejores condiciones socioeconómicas y los de peores es ya de 34 puntos. Tiene sentido potenciar la igualdad para mejorar el rendimiento. Los más desfavorecidos son los que sacarán peores resultados, por lo que la escuela que dedique recursos a igualar sus condiciones con los demás obtendrá mejores resultados. Si elimináramos a los repetidores de la ecuación, España tendría un resultados de 519 puntos. Los repetidores son, casi siempre, los pobres. Y, ojo, que repetir curso no sirve de nada en la inmensa mayoría de casos. Como tampoco lo sirve elegir itinerarios pronto, que siempre acaba siendo un paralelismo de las diferencias de clase social.

Pero los indicadores muestran un empeoramiento de la equidad. La resiliencia es el porcentaje de alumnos en condiciones socioeconómicas desfavorables que, pese a ello, tienen un buen rendimiento. De 2009 a 2012 ha pasado del 8 al 6%. La diferencia entre los resultados de aquellos de mejor nivel socioeconómico y los de peor ha aumentado en 6 puntos. Nuestro sistema es todavía más equitativo que la media OCDE, pero en descenso.Los países que mitigan las desigualdades tienen mejores rendimientos.

Ante esto, desde el Gobierno central y desde el Govern de la Generalitat la respuesta ha sido la misma: culpar a los inmigrantes. La vicepresidenta ha dicho que todo esto señala la reforma que se necesita: la LOMCE. No importa que la LOMCE recorte en igualdad, segregue, haga más fuerte la repetición con sus reválidas y limite la relevancia de las letras (comprensión lectora sí o sí). Incluso en la OCDE recomiendan acabar con eso de repetir y trabajar en materia de igualdad. 

Pero tampoco es cosa del PP (o CiU) en exclusiva. La tendencia a la reducción de la equidad del sistema educativo existe desde 2003. Es lo que tiene que la desigualdad lleve mucho tiempo en aumento, aunque la crisis lo haya acelerado y ahora estemos viendo lo más descarnado de la desigualdad, como no se había visto en muchos, muchos años en este país. Mirando los números de Navarra, lo que hace evidente es que no se trata de un problema simplemente de sistema, si no tendrían resultados igualmente bajos.

Se podrán cambiar muchas cosas, pero si el problema de fondo no es la forma de educar y son los factores que rodean a la educación, una reforma de la calidad docente, de métodos didácticos o de la propia sociedad servirá de poco. Algo loable de Finlandia, más allá de lo que hace concretamente, es que,cuando piensa en su educación, lo hace pensando globalmente en la sociedad. Reconocer que la educación es un problema de todos, no esencialmente de inmigrantes, de docentes o de políticas públicas es un primer paso necesario para plantear soluciones, no parches disfuncionales. No digamos ya el usar la educación como otra arma política más del arsenal de la polarizada política española.

Para concluir añadiré algo a la reacción de estos gobernantes que no merecemos (y no por buenos, precisamente). Esa actitud que tienen respecto a la inmigración es el problema. Quieren culpar a alguien, no solucionar nada. No quieren una educación para todos, solamente quieren mitigar lo que estorban los marginados. La inmigración no es el problema, el problema es la desigualdad entre la persona que ha migrado y los autóctonos. Pero también entre los autóctonos hay grandes desigualdades, las mismas desigualdades que tampoco quieren ser solucionadas con una educación equitativa, que pasa por ser inclusiva y bien dotada de recursos. Cualquier solución que no pase por mayor igualdad fracasará, cualquier solución que solamente ponga el foco en una cuestión en detrimento de las demás disfuncionalidades seguirá fracasando. Está muy bien responsabilizar a los docentes, porque tienen su responsabilidad (más bien la política educativa sobre su formación, pero whatever), pero si se ignora lo demás va a servir de poco y menos que sean excelentes docentes sin medios para desarrollar su actividad didáctica o lidiando con aulas llenas de niños y niñas pobres que no tienen acceso a políticas equitativas.

¿Aprender de Finlandia? Sí, a pensar la educación y a actuar responsablemente. Hace falta menos PISA y más igualdad en las aulas.

PD: solamente viendo la porta de El Mundo sobre lo de PISA imagino cómo van a leer el informe a su muy sesgada manera. "Pese a aumentar su gasto en 35% la educación se estanca". Ahí no hay ninguna intención oculta, no.

jueves, 28 de noviembre de 2013

¿Alternativa al feudalismo? Los problemas del argumento de Reynolds.



Después de un par de semanas, vuelve el aburrimiento feudal. Pero ya terminamos la serie. Hoy toca hablar de los agujeros, las incongruencias y la debilidad en lo que nos plantea Reynolds.

En mi opinión, Reynolds destruye toda la base empírica del feudalismo mirando las fuentes de donde supuestamente se ha deducido y haciendo una lectura crítica. No en vano su libro tiene por subtítulo The Medieval Evidence Reexamined. Con numerosísimas citas, demuestra que no existe ningún lugar donde el modelo feudal sirva para explicar ni el gobierno ni las relaciones sociales, demuestra que incluso pilares del feudalismo no casan con el modelo si miramos quién y cómo lo hace (como serían las feudal aids que ya mencioné).

Sin embargo, cuando se destruye una teoría también hay que plantear una explicación alternativa. Al menos, sería apropiado plantear algunas hipótesis sobre qué está pasando en esos documentos que lee de otra forma. Y aquí aparecen diversos problemas.

El primero es que está trabajando en un ámbito geográfico y cronológico amplísimo. Ello significa que ni puede leer todo, ni todo lo puede leer con suficiente atención. Ello se hace problemático para desarrollar una nueva explicación. En alguna reseña sobre el libro comentan cosas sobre uno de los aspectos que más comenta: los documentos de enfeudamiento de Montpellier y cómo lo que dicen no se ajusta exactamente a lo que ella expone (reseña muy larga, en inglés, un tanto técnica). Esencialmente, plantea que ha leído esos documentos, pese a todo, como todos los historiadores desde el XIX han hecho siempre: como conversión de alodios en feudos [de reprise]. Él plantea que estos documentos nos muestran algo más complejo y desconcertante: cada nueva persona que entra en posesión de las tierras que se ceden y entregan está siguiendo el mismo proceso de cederlas y recibirlas, siempre del alodio al feudo. No tiene sentido, es ocmo si los herederos hicieran la misma donación constantemente. Se plantea aquí la opción de que lo importante no sea la tierra en sí y los derechos, sino el ritual de donación e investidura. Algo que Reynolds rechaza completamente, en reacción a la demasiada relevancia que se le ha dado en el feudalismo a las relaciones interpersonales como eje social.

Un segundo problema lo encontramos en su anacrónica diferenciación entre lo público y lo privado. Entre gobierno y propiedad. Prerrogativas que señalaríamos como gubernamentales, en la Edad Media, seguramente incluso más recientemente, todavía se encuentran como derechos eminentemente privados con los que se comercia y negocia como cualquier otra propiedad. Impuestos, rentas, levas, la misma jurisdicción no son cosas que aparezcan únicamente en manos de lo que llamaríamos gobiernos, incluso en sus formas medievales, los propietarios los usan, transfieren y ganan en litigios habitualmente. ¿Se puede separar fácilmente la frontera entre la acción de gobierno y la acción sobre la propiedad? No, siempre son los propietarios los que gobiernan.

Otro más es que la cronología de cambio del feudo no aparece clara. Plantea dos momentos diferente en los que detecta el cambio: en una parte dice que a finales del siglo XI, en otra dice que sucede a lo largo del XII. No es lo más relevante, por supuesto, pero pone de manifiesto todas las dificultades tras su intento de desentrañar la historia del feudo. No está claro, en absoluto, cómo se transforman las propiedades nobiliarias en feudos. ¿Por qué sucedería si no hay, al principio, ningún cambio jurídico y siguen siendo propiedades plenas? Esto nos lleva a la siguiente cuestión.

El cuarto gran problema es que no explique el lugar que ocupan las relaciones sociales derivadas de los sistemas de propiedad que expone en su libro. Dibuja, insinúa, algunas cosas. También hay que decir que tiene un libro, Kingdoms and Communities, que toca más este aspecto, pero también tangencialmente, pues trata más de los conceptos y el imaginario que no las relaciones strictu sensu. Pero digamos, ¿qué mueve la lealtad o deslealtad más allá de las relaciones puramente interpersonales? ¿Qué solidaridades existen en las comunidades? ¿Hay una clase propietaria que podamos considerar relativamente homogénea y, por tanto, una clase propiamente dicha? ¿Los derechos y obligaciones de la propiedad provienen de la propiedad o de los rituales de intercambio que vemos, como dice la reseña que enlazo anteriormente?

Esto último no es algo insignificante. La solidez del modelo feudal, al margen de haber sido la única voz en la historia medieval durante siglos, es que es una muleta perfecta para conferir sentido a los documentos. Es muy fácil decir que X noble se está rebelando en respuesta a una violación del contrato feudal, que los señores acuden a la curia como parte de su obligación feudal, que hay tantos días de servicio militar y el largo etcétera con el cual podríamos proseguir. Un modelo alternativo, o al menos algo que pretenda dar respuesta a qué pasaba en la Edad Media, necesita responder esos mismos interrogantes que el feudalismo pretende responder con semejante simpleza.

Y no porque el feudalismo sea buena explicación. Es simple (en su connotación más peyorativa), es mala historiografía, es algo cargado con más significado que el propiamente histórico y hasta sus defensores reconocen su limitación (en muchos casos, al menos). Pero necesitamos entender la estructura social y la organización política y necesitamos hacernos preguntas pertinentes. Ignorar parte de la pregunta también nos dará una respuesta equivocada, y la pregunta también requiere que miremos cómo los individuos se relacionan entre sí.

Desgraciadamente, a Reynolds no le ha seguido ninguna estela de historiadores de éxito que cuestionan sus hipótesis. Ni para confirmarlas ni para rechazarlas. Es una obra muy erudita, es comprensible. Pero el avance científico se logra a través del diálogo de la comunidad científica a través de su obra académica. Es difícil encontrar historiadores trabajando en esto mismo, propiedad, relaciones sociales y propiedad o estructuras políticas fuera de la historia más puramente institucional que no pretende examinar estos aspectos más... "sobados" por el feudalismo. Y es muy fácil encontrar a los que siguen hablando en términos de feudalismo sin querer usar su significado marxista (que es un método de análisis particular y perfectamente válido).

Ya para concluir, quiero decir por qué he escrito esta serie eterna de entradas sobre feudalismo. Lo he hecho porque me aburre mucho la discusión en términos simplistas. El período medieval es muy complejo y rico, como cualquier otro. Pero por tradiciones académicas muy arraigadas (y nacidas del Renacimiento postmedieval), siempre se reduce a lo más absolutamente anodino y se recurre a esteretipos y tópicos sin fundamento ni rigor históricos. Es un período de ruptura con el clasicismo, donde aparecen numerosísimas soluciones nuevas y originales a los problemas humanos. Algo tan básico como la integración de la comunidad en la vida política tiene poco que ver con la tradición grecorromana, pero es el verdadero y muy lejano origen de nuestras fórmulas polítcas actuales. El Parlamentarismo nace del funcionamiento habitual de las comunidades medievales, fueran aldeas o reinos. Los sistemas liberales nacen en respuesta a la sociedad tradicional del Antiguo Régimen que tiene su origen en la sociedad medieval (aunque los estamentos en sí sean algo bastante tardío en el período). Es hora de actualizar la mirada y dejar de estudiarlo desde la óptica del XIX.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Distopías y miedos en la ciencia ficción


Me centraré en el artículo y en lo que dice de Huxley, que es interesante por cómo suele verse como habiendo "acertado" en sus profecías... más que Orwell, dicen. Bueno, yo no creo que ninguno acierte, porque no están escribiendo del futuro, están escribiendo del presente.

Las dos cosas que dice que anticipa Huxley no las anticipa, era su sociedad. Tanto la sociedad del consumo como la sociedad tecnológica nacen a finales del XIX. El capitalismo globalizado proviene del XIX, no es algo nuevo (otro tema es esta forma de capitalismo globalizado que sufrimos). Entender esto es vital para entender de qué habla Huxley. Por qué no habla del futuro, sino que habla de su tiempo. Está escribiendo sobre lo que teme una persona criada en el pensamiento liberal burgués (su familia era de intelectuales británicos criados a mediados del XIX).

Y es su terror al consumo lo que marca su obra. Proviene de la decadencia del pensamiento burgués, liberal y tradicional que se ve desterrado por el capitalismo globalizado de fines del XIX. Por eso su pavor a la sexualidad desenfrenada, a la droga del placer como método de control social, que no consecuencia del dominio social y económico, como son las drogas en realidad. El pensamiento burgués tradicional pone un fuerte énfasis en la vida austera, en no llenar la vida de lujos innecesarios, de aquello no indispensable. Así, el consumismo no es más que derroche, es una forma de esclavizarse a la necesidad material por encima de la espiritual y la intelectual.

Su crítica al consumismo no se basa en ninguna razón ecológica (bueno, sería más apropiado malthusiano), no por ser una forma de enriquecerse de las élites económicas gracias al trabajo. De hecho, que no vea que es el poder financiero el rostro del dominio en el nuevo orden mundial demuestra que no estaba poniendo el foco donde debía (y en los 30 era perfectamente evidente como lo es hoy día). En esencia, su resistencia a la sociedad fordiana no proviene de un análisis de las relaciones entre capital y trabajo, sino que de la crítica moral y la amenaza a la individualidad burguesa.

De hecho, en este aspecto de individualismo es curioso que también Orwell plantee temas muy similares... lo que no sé es hasta qué punto Orwell habría sido un tradicionalista. En cualquier caso, diversos elementos de la sociedad que teme Huxley provienen de su temor a la pérdida de individualidad: niños educados en grupos para destruir su individualidad, condicionamientos psicológicos para someter el pensamiento individual al pensamiento social, reproducción artificial que deshumaniza, incluso el sexo libre deshumaniza.

Porque, realmente, cuando alguien escribe ciencia ficción distópica o utópica, lo que está haciendo es plantear los temores y anhelos que es persona tiene (y que se corresponden al pensamiento de otros, claro). Huxley no inventa la sociedad de masas consumista, lleva al extremo lo que más teme de ésta.

Y dejemos una cosa clara: vivimos en una sociedad postindustrial con poco que ver con la sociedad fordiana. No vivimos en un bucle de producción sin fin que solamente se justifica a sí mismo a través de este sistema de consumo. La sociedad de consumo tiene muchas fallas, pero fue también la que puso al alcance de un número inusitado de personas instrumentos para mejorar su calidad de vida. Para comunicarse, para disfrutar y para trabajar menos en algunos aspectos. Por eso el comunismo nunca buscó destruir el consumo, solamente suplantar las relaciones sociales y económicas que había tras él.

Podría pensarse que Huxley plantea, a través de sus castas, también la explotación económica. Pero hay que recordar que no plantea que los productores sean los prisioneros, lo es toda la sociedad al margen de su función. Es una sociedad totalitaria que tiene más que ver con la república de Platón que con un modelo social real. También es una sociedad que no se estructura por la producción y el consumo, sino que producción y consumo son métodos de control social y aparece originada primero como modelo intelectual que se impone a través de las diversas formas de control. De hecho, la propia estructura social no es más que el medio para lograr el fin deseado por la sociedad fordista del libro: la paz y la estabilidad social de una sociedad feliz. A partir de esta idea se crea todo: castas modificadas y condicionadas para cumplir una función que, a su vez, les hace felices por lograrlo. Drogas, sexo y consumo para satisfacerlos y que no deseen ningún cambio, ni imaginarlo siquiera.

¿Acierta? Es lo menos interesante. Huxley plantea una pregunta básica: ¿es más importante la libertad o la felicidad? Y el contexto de la pregunta lo construye a través de todo lo que teme de su propio mundo. No nos está advirtiendo del futuro que se acerca, está hablando de su tiempo. Pero nuestra sociedad es todavía muy parecida a la sociedad de Huxley (sociedad de masas, de consumo, absolutamente socializados en el individualismo y el capitalismo, etc), las cosas que se pregunta y teme resuenan con fuerza en nuestro pensamiento colectivo.

Y, por concluir y enlazar con el título, las mejores distopías son las que logran cuestionar sus sociedades, que la gente comparta la crítica y medite sobre aquello que temen y a dónde lleva el camino que están tomando. Orwell nos hace pensar sobre los regímenes totalitarios y las élites que los controlan, del seguidismo acrítico de la ideología. Hyxley nos hace pensar en libertad, en los placeres y la felicidad como fin. ¿Qué distopía podría escribirse hoy en día? Alguna ciencia ficción se ha escrito sobre el capitalismo sin límites: Leyes de mercado de Richard Morgan. Hace poco la película Elysium hablaba de inmigración y desigualdad social. La ciencia ficción podrá disfrazarse del futuro, pero la que no trata específicamente sobre la especulación científico-tecnológica, siempre, siempre, trata sobre su presente.

martes, 12 de noviembre de 2013

Deconstruyendo el feudalismo (III)



Ayer planteé que las propiedades carolingias tenían poco que ver con las formas de propiedad del medievo tardío, que es donde existe una ley de feudos que se retrotae, anacrónicamente, al medievo carolingio. Hoy veremos el germen de la ley de feudos, el feudo originario, y su evolución. Aunque muy rápidamente, porque Reynolds no se lo ventila, precisamente, en un par de páginas.

De antemano, hay que decir que la ruina del poder real tampoco debe hacernos pensar que todo el mundo olvidó inmediatamente cómo eran sus formas de poseer la tierra. Incluso en el siglo XI existe un recuerdo, en algunos casos, de los deberes a los que obligan los beneficios poseídos de otros. Pero las prácticas se fueron perdiendo gradualmente a medida que no había nadie para obligar a hacerlo, en el caso de los beneficios de los magnates, o el interés por imponer una nueva forma de autoridad, como los castellanos con sus jurisdicciones.

También hay que señalar que, irónicamente, la construcción de la mutación feudal en el siglo XI se ha elaborado sobre cartularios eclesiásticos. El sistema feudal, por antonomasia la forma de gobernarse de las muy marciales élites medievales, se basa en la lectura de documentación donde la Iglesia acuerda concesiones con laicos (de propiedades eclesiásticas) en clave de conceptos y reglas del medievo tardío y su ley de feudos. No significa que no sea así, pero hay que mantener cierto especticismo y pensar que las necesidades eclesiásticas y las laicas pueden haber llevado a soluciones distintas sobre derechos y obligaciones en la propiedad.

Antes del siglo XII es difícil categorizar adecuadamente los feudos. Parece una forma de propiedad muy heterogénea, difícil de sistematizar. Está claro que se trata de una propiedad restringida, a menudo con herencia limitada, por vidas o años, que debe servicio militar a quien ha concedido esa propiedad. Por supuesto, la alienación queda fuera de los derechos de quien la posee de otro (sea una persona laica o la Iglesia). Conservamos mucha documentación eclesiástica porque, como dictan las normas de la Iglesia, la propiedad eclesiástica es inalienable de forma permanente y ello haría especialmente importante tener excelentes registros de las propiedades y sus tenentes (también porque los laicos no disponían del capital cultural de la Iglesia para tener esos registros). A ellos también les debió interesar una forma muy restringida de propiedad que proporcionara hombres armados sin tener que mantenerlos como séquito armado permanentemente junto a los clérigos.

Beneficio, precaria o feudo (en sus muchas variantes) no parecen haber contenido ninguna diferencia en categoría. A menudo dan la impresión de ser usados como palabras perfectamente intercambiables. En ocasiones, eso sí, aparece también otro sentido adicional: algo así como el conjunto de una propiedad. Es decir, alguien podría señalar que "ese beneficio proviene de mi feudo en Ille-de-France". 

Es interesante considerar que es durante los siglos XI y XII que el feudo se irá asociando, poco a poco, a la propiedad nobiliaria donde antes ésta era, eminentemente, plena. El cambio de temrinología es curioso, porque se puede observar que, en diversos momentos, todavía está bastante claro que feudo no significa necesariamente que se disponga de derechos restringidos. Pero tampoco se refiere al dominio general de las propiedades de una persona, sino que es un feudo concreto. Hasta entonces, a menudo se ven a tenentes de origen muy humilde, incluso campesinos, tanto como personas acomodadas, aunque en absoluto parte de las élites.

Confieso que el proceso por el que el feudo pasa a ser asociado no me quedó muy claro. Esta parte la leí poco antes de ponerme enfermo en los primeros momentos de la enfermedad y parece que lo recuerdo peor de lo que pensaba. Cuando lo compre en papel leeré nuevamente el libro y ya veremos entonces si es necesaria una nueva entrada para aclararlo.

Reynolds plantea que un foco del cambio proviene de Italia. Allí, diversas ciudades y comunidades están haciendo un nuevo pacto con las aristocracias locales y les entregan propiedades en forma de feudo. Así, el feudo ganaría un gran prestigio social. Cuando aparecen los académicos de la ley en las ciudades italianas y van a otro lugares, exportan esta idea de feudo nobiliario y las ideas contenidas en el Libri Feudorum (que trataré un poco después). Reynolds cree que el sur provenzal y occitano podrían haber sido un primer foco de este nuevo feudo aristocrático, como cierta documentación de Montpellier. Considera que son formas de crear vínculos de dependencia y solidaridad con élites locales por parte de los grandes magnates. Una forma de actuar que irá extendiéndose poco a poco. De aquí nacerá el feudo "de reprise" (no tiene traducción directa), donde un alodio se entrega a un señor, que lo devuelve al nuevo vasallo.

El Libri Feudorum, por su parte, es un tratado con comentarios acerca de unas ordenanzas de Conrado II en 1037 para resolver las disputas entre el obispo de Milán y sus feudatarios. Aquí se disponen una serie de normas, seguramente pretendidas como excepciones para este caso, que se acabaron tomando como reglas de la ley de feudos posterior por la poderosa influencia del Libri Feudorum, que se adjuntaba al Digestum de derecho romano. Todos los académicos que corrieron por Europa desde el siglo XII lo conocía, aunque fuera mínimamente, e influyeron en su forma de tratar la propiedad en forma de feudo.

No obstante, el derecho académico no fue solamente influyente por el Libri Feudorum. A partir del siglo XII comienza el desarrollo de los Estados medievales. La monarquía francesa comienza a proyectar mayor poder y las demás se van burocratizando. Esto impulsa la codificación y sistematización de las leyes formales, lo cual creará lo que se ha interpretado de forma simplista por la historiografía como feudalismo en los últimos siglos del medievo. Es decir: deberes y derechos se definen más acotadamente, impuestos, rentas y tributos se van estableciendo, el servicio militar debido se codifica (aquello de días y cuotas), se va formando una jerarquía feudal, si bien proviene de la suma de muchos de estos procesos más que de querer crearla intencionadamente. Incluso se originan las teorías de la delegación del feudo desde el rey por última instancia.

No hay que desdeñar lo que plantea, porque el modelo feudal tradicional plantea que el feudalismo nace de la anarquía postcarolingia (en Inglaterra de la conquista normanda) y muere con el desarrollo de los estados en los diferentes reinos. Ella justo lo invierte, y es la burocratización y academicismo en la ley lo que crea una sistematización que homogeniza en los distintos reinos y comunidades las prácticas y leyes de las propiedades nobiliarias. Va contra la idea de que el medievalismo (entendido como lo feudal) va muriendo a medida que se acerca el período moderno, que la evolución histórica es dejar atrás lo medieval para acercarse a la modernidad.

La única excepción es Inglaterra, porque allí la ley académica nunca tuvo demasiada influencia y siempre funcionaron más particularmente. La teoría feudal decía que el feudalismo llega con Guillermo el Bastardo. Lo que Reynolds demuestra es que no hay diferencias significativas entre la Inglaterra pre y post Conquista. Guillermo y sus herederos más inmediatos siguen las mismas políticas y estrategias que los reyes sajones. Además, al igual que los emperadores, mantuvieron un poder público fuerte, capaz de homogeneizar el reino de forma temprana. De ahí que aquí aparezca lo más parecido a la teórica jerarquía propietaria (los tenant in chief), lo que se interpretó como feudal duties por la historiografía se pueda observar de forma bastante temprana o que sean los primeros en demostrar conflictos importantes entre la aristocracia y la monarquía durante la sistematización de derechos y deberes (las guerras de los barones).

Y hasta aquí la construcción de Reynolds y algunos de sus planteamientos. Los argumentos, bueno, son difíciles de plantear sin empezar a repetir sus citas de montones de documentos. Son 500 páginas densas, es difícil de condensar. La próxima serán algunos problemas de lo que plantea, que los hay.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Deconstruyendo el feudalismo (II)






Examinados los conceptos y las respuestas que da Reynolds, es hora de ver qué plantea ella sobre la propiedad de la tierra del siglo IX a comienzos del XIV. Nos centramos en la propiedad porque, una vez descartado el feudo como vínculo social, no queda otra cosa que ver cómo evoluciona la propiedad nobiliaria en el período.

De antemano hay que señalar que, ciertamente, las propiedades aristocráticas eran feudos desde el siglo XII. Ahora bien, ¿que fueran feudos significa que tuvieran todas las obligaciones, deberes, derechos y particularidades que les adscribe el feudalismo? Incluso aquellos que defienden el feudalismo reconocen que todas las nociones con que carga el feudo no se corresponden a la realidad particular de los distintos lugares. A menudo se decía que la península ni siquiera se había feudalizado realmente, salvo los condados catalanes (Italia es otro lugar a menudo dejado de lado). ¿Es un paso tan grande dejar de lado construcciones historiográficas y estudiar qué caracteriza la propiedad de la tierra en cada uno de los reinos medievales? Parece que sí.

En cualquier caso, sin volver a repetir por qué deberíamos abandonar el feudalismo, ya hablé de la historia especulativa en la que se basa la historia del feudo según el feudalismo que sale del Libri feudorom. Una cosa de ahí es cierta, el feudo lo encontramos en el reino y, luego, imperio, de los francos. La historia del régimen alodial (propiedad libre) prefeudalismo es, en cierto modo, cierta. En tanto que había numerosas propiedades libres, si bien sujetas a la costumbre y tradición local. Una de las sujeciones más habituales era que los herederos tenían derecho a oponerse a la alienación de su herencia. Las fuentes del período no son extremadamente numerosas, pero hay cierta impresión de que era el conflicto más habitual para que los herederos se querellaran.

En el modelo feudal, el beneficio (beneficium) es la propiedad libre que luego se convierte en el feudo clásico (a menudo llamado casamentum). Reynolds argumenta que, si nos atenemos a las fuentes, beneficium (verbo regis), in beneficium, beneficario iure y otras variaciones como precaria, están asociadas a una forma de propiedad sujeta a derechos restringidos, muy a menudo ser un beneficio por una o varias vidas que después revierte a su propietario original. Es interesante que el beneficio pueda ser obtenido por los vassi al igual que los condes de la administración carolingia (y aparezcan diferenciados en los capitulares, lo cual indica que no eran las mismas personas). Y hay que añadir que beneficio también podía indicar favores y privilegios que provenían del monarca sin necesidad de ser propiedades.

La Iglesia, como gran propietaria, entra en el juego en diversas formas. La primera es recibiendo donaciones y entrando en conflicto con herederos de quienes alienaban las propiedades en favor de la Iglesia. La Iglesia tenía todas sus propiedades a perpetuidad, eran inalienables incluso por sus obispos. Pero los reyes carolingios usaban, de todas maneras, las tierras de la Iglesia en su beneficio: verbo regis, las concedían también en beneficio a súbditos (y no está claro si pagaban o no los tributos correspondientes... los beneficios del rey solían estar exentos de impuestos), del mismo modo que la propia Iglesia los daba para que se explotaran u obtener el servicio o amistad de aquellos que lo recibían. 

Ganshof argumentaba que las donaciones in propriam del rey a sus súbditos, vasallos para él,fueron infrecuentes y que, en cambio, los beneficios fueron la norma en este período carolingio.Sin embargo, del estudio de las fuentes no se aprecia un desequilibrio entre una y otra forma de propiedad. El argumento de que las propiedades aristocráticas eran feudos limitados (que pasaron a ser alodios durante la revolución feudal) no se deduce leyendo los documentos que tenemos.

Todo esto cambiará con la descomposición del Imperio. Será tanto unaa separación de los diversos territorios como la debilidad de la monarquía, que se verá incapaz de imponer su autoridad en el propio reino a partir del siglo X. La llamada anarquía feudal es, ciertamente, real en lo que será Francia. Ausente un gobierno efectivo, la aristocracia se apropiará de los beneficios y cargos de gobierno. El poder público se hará aún más difícil de diferenciar de la propiedad. Es la privatización del poder, ejemplificado en la figura del conde, primero cargo nombrado por los emperadores, después título de los magnates del reino. Sin embargo, esto solamente parece efectivo para el reino carolingio en Francia. El reino de los francos en el este (Alemania e Italia) seguirá bajo la autoridad de reyes y después emperadores. Inglaterra no sufrirá ninguna discontinuidad gubernamental, excepto las guerras con loa daneses y los cambios en el poder, pero éstos no llevarán a nuevas formas de gobierno.

Esencialmente, esto implicará que las propiedades también cambiarán. Las reglas se irán olvidando a medida que son ignoradas, pues no hay nadie que haga efectivas las condiciones por las que los beneficios se poseen. Habitualmente, serán acuerdos privados, pactos ad hoc, los que decidan qué rige obligaciones, qué mueve a que la justicia (privada) setencia como lo haga*. Para cuando se supera esta anarquía, aparece la enorme atomización medieval: de las castellanías surgen las jurisdicciones, los señores locales que se han apropiado de la autoridad pública y han impuesto un sistema de rentas y tributos sobre incluso aquellos que tenían propiedades libres. Lo que se conocerá después como derecho de bando.

Como esto es extremadamente largo, habrá que hacer una tercera parte para tocar la historia del feudo que propone Reynolds.

*Se podría entender que esto viene a ser el feudalismo. Pero un argumento feudalista es que, ya en este período, está en plena configuración el modo de actuar, las normas y costumbres propias del sistema feudal. Ya no podría ser algo circunstancial, que varía caso a caso, lugar a lugar, sino que se trata de una norma no escrita pero codificada social y jurídicamente (aunque sea a nivel regional).

miércoles, 30 de octubre de 2013

Deconstruyendo el feudalismo (I)

Hace ya un tiempecillo que no escribo nada, estaba perezoso y tampoco sabía cómo estructurar esto. Al fin y al cabo, se trata de resumir un libro extremadamente denso. Así pues, buscando una forma de comunicar los argumentos de Reynolds, me he decidido por hacer primero un repaso a conceptos de feudalismo y luego, seguramente en una segunda parte, una breve síntesis de las tres o cuatro principales ideas que expone Susan Reynolds sobre la evolución del feudalismo.

  1. Feudo: bastante esencial para el feudalismo, puesto que de aquí proviene el nombre. El modelo de Ganshoff planteaba que existe una jerarquía de feudos que configura las relaciones políticas y jurídicas (y sociales cuando gente como Duby extiende el modelo a una sociedad feudal). Desde el Rey, en la cúspide de la pirámide, con los llamados tenants in chief (no tenemos traducción directa) por debajo, los vasallos de éstos todavía más abajo y en la base los valvasores.
    Si bien a finales de la Edad Media se cofigura una jerarquía de propiedades, ni en los orígenes ni en la considerada era feudal plena (siglos XI-XIII) existe ninguna jerarquía. En primer lugar, porque el rey no tiene la capacidad de estructurar la sociedad de esa forma con su limitada proyección de poder, esto incluso en el Imperio o Inglaterra, los dos reinos más "centralizados" del período. En segundo lugar, porque los feudos eran, simplemente, la forma de propiedad nobiliaria. No hay evidencias, una vez ignoramos el modelo clásico, de que tengan obligaciones especiales como tipo de propiedad.
  2. Vasallaje: el otro pilar del feudalismo. Se da su origen a la solidaridad y lealtad de las bandas guerreras germánicas hacia sus jefes. Se evoluciona en conjunción al feudo como pago a élites guerreras. Se pretende que dé coherencia a la forma de actuar de grandes señores del Medievo. Esencialmente, se trata de la relación interpersonal (no política, jurídica o social) entre señor y tenente de un feudo por él establecida en la ceremonia de la comendación. Obliga al homenaje y la fidelidad siguiendo una serie de obligaciones y derechos recíprocos, prácticamente todos ellos tomados literalmente de una carta de Fulbert de Chartres a Guillermo V de Aquitania.
    Ninguna sociedad se ha estructurado únicamente a través de lazos interpersonales. En ninguna fuente aparecen los deberes y derechos de los feudatarios, no más allá de los que tengan como súbditos y parte de las élites aristocráticas. Todos los súbditos del reino se suponía que juraban fidelidad a los monarcas o sus representantes desde tiempos carolingios. Todos debían obediencia y servicio de armas, si bien el servicio armado dependía del estatus. La carta de Fulbert es perfectamente interpretable como la fidelidad debida hacia el señor o superiores por cualquiera (en algún momento aparece un condicional sobre que haya de por medio una propiedad).
  3. Curia feudal: en el vasallaje aparecía el consilium como obligación del vasallo hacia su señor. Básicamente, era asistir a su corte y darle buen consejo.
    La teoría política medieval es que las personas de mayor importancia de una comunidad representan a toda la comunidad. La corte señorial, o real, son las reuniones de la comunidad que gobierna el señor, o el rey, y donde ésta debe consentir y juzgar según las costumbres y la voluntad. La curia feudalis no es nada originario del feudalismo, es como se relaciona la comunidad con sus gobernantes. Y que los gobernados deben dar buen consejo a sus superiores es un deber, desde luego. Pero va desde los ancianos sabios hasta los grandes magnates sin necesidad de interdependencia feudal.
  4. Primus inter pares: en el modelo feudal se quiso ver al Rey como poco más que un señor feudal levemente más importante que los otros, pero débil e impotente frente al feudalismo que se gobierna a sí mismo como un leviatán autónomo. A menudo, utilizando como base que se le llamara "señor" como a los otros señores. Es curioso, pues hace idiotas a las personas del período: ¿es que una persona no puede diferenciar las connotaciones diferentes según cómo se use? ¿No llamaban acaso Señor a Dios y no lo confundían con un señor feudal?
    Esto es interesante, porque mirando crónicas y evidencia, nos encontramos con que, si bien algunos soberanos son débiles en tanto que su capacidad de proyectar poder directo sobre el reino es limitada, el período medieval pleno tiene muy, muy pocas usurpaciones del trono. Si la realeza careciera de relevancia, poder o respeto, esto sería más frecuente. Más allá, vemos que los reyes guardan una serie de poderes relevantes, como pueden ser la defensa del reino, ser garante de justicia o legislar. Pero también simbólicos: el reino es visto como el arquetipo perfecto de comunidad y el rey como el arquetipo perfecto de gobernante. Cuando se quiere hablar de magnates muy importantes, se les asocia al poder y prestigio de reyes (como a veces se hizo con los duque de Normandía y Aquitania). Cuando los reyes franceses comienzan a proyectar su poder, nadie cuestiona que es su prerrogativa como reyes (aunque se cuestiona si eso vulnera las costumbres y derechos locales).
  5. Feudal aid: supongo que obligaciones feudales serían el término que usaríamos. Eran los pagos a los que los señores tenían derecho, rentas extraordinarias por sucesos concretos (como caballería del primogénito, matrimonio, guerra, etc.). En el modelo feudal, se supone que son los pagos que realizan los vasallos y no la población dependiente o libre pero no parte de la élite.
    Resulta que, si miramos nuevamente las fuentes, podemos adivinar que esto lo paga toda la población, generalmente localizado en algunos lugares (como serían la Champagne o la Picardie). De hecho, cuando los reyes franceses extienden una nueva fiscalidad para su nueva burocracia, a menudo toma la misma forma que las feudal aids. Parecen impuestos extraordinarios que se encargan recaudar a las élites locales como dirigentes de sus comunidades laicas.
  6. Comendación: esencialmente, la ceremonia del homenaje representa el sometimiento del vasallo al señor, al mismo tiempo que estrecha el lazo con las acciones afectuosas del señor hacia el vasallo. El problema no es tanto el de la sumisión como el ritual y lo que comporta.
    En una sociedad oral, el ritual público es evidentemente importante. Por eso interpretarlo como un símbolo de dependencia hacia otro no es problemático. Pero sí lo es pretender que el sometimiento comporta un rito perfectamente codificado y homogéneo. Ritos de sumisión los vemos en muchas situaciones diferentes que no implican la existencia de vínculos feudales, entre señor y tenente. Muy a menudo, en formas variadas, aparecen como rituales que simbolizan la entrada al servicio de alguien, pero, insisto, sin darnos a entender que existe la investidura de una propiedad. De hecho, nos encontramos con campesinos entrando en comendación, algo imposible en la teoría feudal.
  7. Vasallo: son el séquito guerrero germánico que evoluciona al séquito aristocrático armado del Imperio Carolingio. Para el modelo feudal, los vasallos son las élites guerreras de los francos, unidas por la solidaridad guerrera de juramentos a sus señores. Un término que aparece más a menudo en la historiografía que en en las fuentes.
    En primer lugar, el vassi carolingio es un servidor menor de la monarquía carolingia. Aparecen como una especie de protofuncionarios, no son las élites francas. Tras la descomposición carolingia, entra en desuso en el continente, salvo en Italia, donde seguirá siendo frecuente. Su uso es infrecuente hasta el siglo XIII, cuando los juristas académicos lo reintroducirán en su tratamiento de las propiedades nobiliarias, los feudos. Las apariciones que hace antes de eso, da la impresión de significar cosas como "gran guerrero" o "de gran valor". El problema es que las traducciones de textos medievales de antes de 1300 tienden a superponer "vasallo" a lo que los textos dicen genéricamente fidelis u homines. En Inglaterra no se usaba ni se usó por la poca importancia de la tradición latina de su juriprudencia. Es interesante que Mitteis (medievalista alemán de mediados del XX) también planteara que es posible encontrar en la Edad Media central vasallos sin feudo y feudos sin vasallo.
  8. Valvasor: menos conocido, este término se refería al vasallo del vasallo. Un término técnico del modelo feudal que no llegó a captar el imaginario popular como vasallo. Es interesante entender que esta etimología de vassus vassorum es tardía.
    En los textos previos a la jerarquización del sistema de propiedades (a partir del XIII, sobre todo XIV), la palabra denota a hombres de armas, miembros de la élite guerrera, de estatus menor, por debajo de la verdadera aristocracia.

    En fin, esto es sufcientemente extenso y toma las cosas más elementales y esenciales del feudalismo. Con esto, evidentemente, no puedo demostrar nada. Reynolds cita docenas de documentos que ni conozco ni conoceréis. Simplemente quiero exponer el argumento de Reynols. Como resumen, de aquí se puede derivar un elemento que ya comuniqué: imponer modelos teleológicos a los documentos que leemos. Si le damos una finalidad propia a lo que estudiamos, que es hacerlo coherente con el modelo feudal, nos encontramos con que estamos traduciendo textos de manera absurdamente errónea.

lunes, 21 de octubre de 2013

Interludio: Avatar y la leyenda de Wan

Como yo también me aburro del feudalismo, hablaré de alguna otra cosa. Y, casualmente, anteayer vi algo sobre lo que tengo muchas ganas de hablar: el doble episodio de Legend of Korra del viernes.

Mi amor por todo lo relacionado con Avatar (Avatar de verdad, no el injustamente registrado de Cameron) es bien conocido. Que la secuela me encanta tampoco es ninguna novedad, cada semana doy un poco la lata sobre ella. Curiosamente, es un doble episodio que realmente no spoilea nada sobre Korra, excepto un detalle sobre su memoria que tampoco revela qué está pasando, y sirve como excelente punto de partida para, con algo autoconclusivo, introducir las series a alguien que no ha visto nada. Claro que podría dejar el pabellón tan alto que las series decepcionaran :P

Beginnings, como se llama el doble capítulo, trata del primer Avatar. Es algo sobre lo que los showrunners habían querido hacer una serie antes de plantear la secuela. 10.000 años antes de Aang y Korra, humanos y espíritus compartían, si bien con muchas hostilidades, el mundo. Wan es un pícaro pobre de unas de las ciudades humanas...el puñado de ellas, protegidas por poderosas criaturas-espíritus que les dan poderes elementales cuando se aventuran más allá de las ciudades. Será exiliado tras robar el poder del fuego a una de las tortugas-león para alzarse contra la opresión de los dinastas de la ciudad y deberá aprender el camino de los espíritus, el primer humano que lo haga.


Lo primero que destaca es la gran influencia de Miyazaki que, si bien siempre fue evidente en Avatar, aquí es más poderosa que nunca. Incluso aparecen algunos espíritus directamente tomados de sus películas, en un claro homenaje (no es por ser poco creativos, el mismo capítulo demuestra que no lo es). Todo él en sí, desde el diseño de las criaturas hasta la ambientación o la trama.

La animación es algo de otro mundo. Avatar siempre ha sido una serie hermosamente animada. Korra, en concreto, es la serie de animación más bella que hay en antena... más la primera temporada que la segunda (cosas de cambiar de estudios de animación), pero incluso esta segunda está lejos de sus rivales. Y este episodio consigue hacer algo que no creo que se haya visto en televisión. Ninguna imagen que ponga le hará justicia, me parece.

En cuanto a lo narrativo, qué decir. Es apropiadamente mítico. Elementos tan clásicos como héroes picarescos que roban el fuego a los dioses, que abren la vía a una nueva forma de vida, épica y humanidad al mismo tiempo (para mostrar que en Hollywood saben hacerlo, pero no la gente que tienen haciendo acción real :P). Toda una lección de ficción fantástica que toma muchísimo de mitos de orígenes sin ser una burda copia.

Y lo logra construyendo sobre lo poco que sabemos del pasado de Avatar sin contradecirlo. De hecho, lo hacen desarrollando muchos elementos temáticos. También diré que no estoy seguro de si el conflicto entre caos y armonía me convencerá o no, pero, como se han ganado mi confianza con buen hacer de años, habrá que esperar a ver qué hacen con ello (ciertamente es algo bastante propio de la serie).

El final de la historia de Wan es muy agridulce. No llega a la oscuridad del final de la primera temporada, pero para ser una serie infantil es muy agridulce, con un tema muy poderoso y significativo en Avatar: no hay soluciones mágicas, la paz se gana luchando por ella cada día, nada es para siempre... pero siempre hay esperanza.

Avatar sigue siendo una serie única :)

viernes, 18 de octubre de 2013

El feudalismo en la historiografía

El feudalismo es un concepto que ninguna persona del medievo, por muy instruida que fuera, habría comprendido. Feudo, en cambio, era algo muy real. Feudo proviene de una forma de propiedad eclesiástica que, por motivos diversos (entre ellos cierta connotación de dependencia y revocabilidad), se extendió entre la población laica y acabó refiriéndose a la propiedad nobiliaria en general, perdida ya la revocabilidad y otras disposiciones provinientes de las reglas que regían la propiedad eclesiástica cedida a laicos (porque, para empezar, las tierra de la Iglesia eran inalienables y suyas ad aeternum).

A partir de que esto sucede, se desarrollan una serie de prácticas legales que gobiernan las propiedades de la nobleza, los feudos. Muchas cosas se parecerán a lo interpretado como feudalismo, si bien mucho más variadas y complejas que lo que el modelo nos dice, pueden observarse a partir del siglo XIII y, especialmente, en los dos últimos siglos de la Edad Media. Existe una ley de feudos que sobrevivirá más allá.

En el siglo XVI, los legistas franceses se interesan por la ley de feudos, pues sigue vigente para su mundo nobiliario. Pero también por su historia. Descubren el Libri Feudorum, un tratado compilado del siglo XII y comienzos del XIII. Es el primer tratado de derecho académico donde se tratan los feudos, examinando las disposiciones del emperador Conrado II de 1035 donde el emperador ratifica una serie de derechos de valvasores milaneses respecto al arzobispo de Milán. Se trata de un trabajo teórico sobre lo dispuesto, con una influencia limitada sobre la práctica real de la propiedad medieval, a menudo poco más que hacer que los legistas que estudiaron el Libri en la universidad introduzcan la terminología de feudos o vasallos.

Con ellos comienzan a aparecer algunos adjetivos como feudal, aunque ellos mismos reconocerán que no tiene autoridad en Francia, pues, además de ser ellos hostiles a lo medieval (como buenos humanistas post renacentistas), pueden ver que la práctica acostumbrada y tradicional difiere de lo discutido en el Libri Feudorum. Pero su vocabulario, igual que para los legistas medievales, resulta útil para estructurar y dar coherencia a los que observan en las crónicas medievales. Porque, aunque parezca mentira por la insistencia de la historiografía medievalista en usarlos, en el período medieval se usaban una gran variedad de palabras para referirse a las cosas, no todo eran vasallos y feudos.

En él también se incorpora un fragmento de elucubración histórica por parte de los académicos que teorizaban sobre feudos. Sitúan el origen del feudo en el pago por parte de señores de la guerra a sus bandas de guerreros. Primero beneficios a voluntad del señor, luego de por vida hasta que Conrado los hiciera a perpetuidad. Seguramente resulte familiar. Ello se debe a que es la explicación que los historiadores todavía dan cuando se les pregunta o se preguntan por el origen de los feudos y el feudalismo. Las mismas bandas guerreras y su relación con sus líderes, con juramentos y lealtades, también se podían explicar con vasallaje, al menos lo que ellos entendían como tal (que no es lo que comunican las fuentes). Todo cuadraba.

En el XVII, Henry Spelman lo introduce en Inglaterra (1). Ya antes de terminar el siglo, está tan extendido que aparece en los anexos de una ley del Parlamento que elimina lo que luego se conocerá como "feudal tenures" allí. O un editor, compilando el trabajo del abogado Edward Coke, se sorprenderá de que su ignorancia sobre lo feudal y su relación con las propiedades de vieja tradición (antes de las enclosures propiamente dichas).

El siglo XVIII marca el éxito definitivo de lo feudal en el mundo académico. La naciente Historia, cada vez más académica, nacida en esta fascinación por el medievo feudal, no se resiste a la moda. Tanto Montesquieu, en su Espíritu de las leyes, como Adam Smith, en sus etapas de la historia de La riqueza de las naciones, no dudan en calificar a un medievo agrario como feudal. Existe un gobierno feudal, un sistema feudal. Todo lo cual nos lleva a la Revolución Francesa.

Es un momento de agitación política donde el nuevo orden burgués se enfrenta al Ancien Régime, el cual no es más que la pervivencia de los derechos y costumbres feudales para todos los sabios ilustrados franceses. Es entre estos años de la Revolución, que nos saca maravillas como el nunca demostrado derecho de pernada, y Marx que se acuña un nuevo término: feudalismo. Es la culminación de la elaboración de un significante para la Edad Media. Marx, todo hay que decir, tampoco nos dice nada demasiado nuevo sobre ello, usa prácticamente el mismo concepto que Smith, si bien le da el cariz de lucha de clases propio de su teoría de las etapas de la historia.

Es entonces en el XX que se definen los grandes modelos: 1- feudalismo jurídico de Ganshof, donde se trata de relaciones de propiedad y políticas entre señores y vasallos, entre élites guerreras y sus servidores militares.
2- feudalismo marxista, del materialismo histórico que nos dice que se trata de un modelo de producción donde hay unas élites guerreras que poseen la tierra y la explotan a través de clases serviles dependientes que la controlan directamente (a diferencia del modelo esclavista, donde se poseen tanto tierra como mano de obra, o capitalista, donde se controlan los medios de producción y el beneficio proviene de la plusvalía del trabajo del productor).
3- feudalismo global, donde el feudalismo es algo que incluye toda la sociedad, los valores feudales impregnan el tejido social más allá de la élite guerrera. Es el feudalismo de Bloch o Duby.

Pero había esperanza, pues en el mundo académico ocupado por los fieles al feudalismo clásico, había una historiadora que resistía. Elizabeth Brown publica en 1974 The Tyranny of a Construct, donde cuestiona las evidencias sobre el feudalismo y su utilidad para la ciencia histórica y llama a que los medievalistas dejen de utilizarlo. Con poco éxito. Igualmente, Susan Reynolds luego tendrá poco éxito pese a un monumental trabajo sobre ello, que abrió la puerta a reexaminar profundamente el feudalismo. Pero no era fácil ni cómodo.

Es cierto que no se les ha seguido en exceso, aunque hay medievalistas muy vocales intentando revisar lo que conocemos del medievo sin caer en la trampa feudal. Pero son pocos, y ninguno ha trabajado para acabar de derribar los pilares que sostienen el modelo feudal. Al menos, nadie que haya tenido repercusión. He buscado bastante y no hay nuevas monografías ni nuevos trabajos comprensivos sobre feudalismo. Por desgracia, se necesita alguien que verifique las hipótesis de Reynolds, que son muy interesantes. Pero son, también, muy complejas y requieren mucho, mucho trabajo por la magnitud de su trabajo en Fiefs and Vassals.

La siguiente entrada debería ser sobre el argumento de Reynolds. Quizá dedique una tercer a los problemas que tiene su hipótesis, la cual argumenta sólidamente pero tiene lagunas que merecen mención. Y así le quito carga a la entrada explicándolo, porque ésta de hoy es un buen ladrillo.


(1) Henry Spelman (1562-1641) y también ya estudiado por abogados escoceses antes de finalizar el siglo XVI, según Reynolds.