jueves, 28 de noviembre de 2013

¿Alternativa al feudalismo? Los problemas del argumento de Reynolds.



Después de un par de semanas, vuelve el aburrimiento feudal. Pero ya terminamos la serie. Hoy toca hablar de los agujeros, las incongruencias y la debilidad en lo que nos plantea Reynolds.

En mi opinión, Reynolds destruye toda la base empírica del feudalismo mirando las fuentes de donde supuestamente se ha deducido y haciendo una lectura crítica. No en vano su libro tiene por subtítulo The Medieval Evidence Reexamined. Con numerosísimas citas, demuestra que no existe ningún lugar donde el modelo feudal sirva para explicar ni el gobierno ni las relaciones sociales, demuestra que incluso pilares del feudalismo no casan con el modelo si miramos quién y cómo lo hace (como serían las feudal aids que ya mencioné).

Sin embargo, cuando se destruye una teoría también hay que plantear una explicación alternativa. Al menos, sería apropiado plantear algunas hipótesis sobre qué está pasando en esos documentos que lee de otra forma. Y aquí aparecen diversos problemas.

El primero es que está trabajando en un ámbito geográfico y cronológico amplísimo. Ello significa que ni puede leer todo, ni todo lo puede leer con suficiente atención. Ello se hace problemático para desarrollar una nueva explicación. En alguna reseña sobre el libro comentan cosas sobre uno de los aspectos que más comenta: los documentos de enfeudamiento de Montpellier y cómo lo que dicen no se ajusta exactamente a lo que ella expone (reseña muy larga, en inglés, un tanto técnica). Esencialmente, plantea que ha leído esos documentos, pese a todo, como todos los historiadores desde el XIX han hecho siempre: como conversión de alodios en feudos [de reprise]. Él plantea que estos documentos nos muestran algo más complejo y desconcertante: cada nueva persona que entra en posesión de las tierras que se ceden y entregan está siguiendo el mismo proceso de cederlas y recibirlas, siempre del alodio al feudo. No tiene sentido, es ocmo si los herederos hicieran la misma donación constantemente. Se plantea aquí la opción de que lo importante no sea la tierra en sí y los derechos, sino el ritual de donación e investidura. Algo que Reynolds rechaza completamente, en reacción a la demasiada relevancia que se le ha dado en el feudalismo a las relaciones interpersonales como eje social.

Un segundo problema lo encontramos en su anacrónica diferenciación entre lo público y lo privado. Entre gobierno y propiedad. Prerrogativas que señalaríamos como gubernamentales, en la Edad Media, seguramente incluso más recientemente, todavía se encuentran como derechos eminentemente privados con los que se comercia y negocia como cualquier otra propiedad. Impuestos, rentas, levas, la misma jurisdicción no son cosas que aparezcan únicamente en manos de lo que llamaríamos gobiernos, incluso en sus formas medievales, los propietarios los usan, transfieren y ganan en litigios habitualmente. ¿Se puede separar fácilmente la frontera entre la acción de gobierno y la acción sobre la propiedad? No, siempre son los propietarios los que gobiernan.

Otro más es que la cronología de cambio del feudo no aparece clara. Plantea dos momentos diferente en los que detecta el cambio: en una parte dice que a finales del siglo XI, en otra dice que sucede a lo largo del XII. No es lo más relevante, por supuesto, pero pone de manifiesto todas las dificultades tras su intento de desentrañar la historia del feudo. No está claro, en absoluto, cómo se transforman las propiedades nobiliarias en feudos. ¿Por qué sucedería si no hay, al principio, ningún cambio jurídico y siguen siendo propiedades plenas? Esto nos lleva a la siguiente cuestión.

El cuarto gran problema es que no explique el lugar que ocupan las relaciones sociales derivadas de los sistemas de propiedad que expone en su libro. Dibuja, insinúa, algunas cosas. También hay que decir que tiene un libro, Kingdoms and Communities, que toca más este aspecto, pero también tangencialmente, pues trata más de los conceptos y el imaginario que no las relaciones strictu sensu. Pero digamos, ¿qué mueve la lealtad o deslealtad más allá de las relaciones puramente interpersonales? ¿Qué solidaridades existen en las comunidades? ¿Hay una clase propietaria que podamos considerar relativamente homogénea y, por tanto, una clase propiamente dicha? ¿Los derechos y obligaciones de la propiedad provienen de la propiedad o de los rituales de intercambio que vemos, como dice la reseña que enlazo anteriormente?

Esto último no es algo insignificante. La solidez del modelo feudal, al margen de haber sido la única voz en la historia medieval durante siglos, es que es una muleta perfecta para conferir sentido a los documentos. Es muy fácil decir que X noble se está rebelando en respuesta a una violación del contrato feudal, que los señores acuden a la curia como parte de su obligación feudal, que hay tantos días de servicio militar y el largo etcétera con el cual podríamos proseguir. Un modelo alternativo, o al menos algo que pretenda dar respuesta a qué pasaba en la Edad Media, necesita responder esos mismos interrogantes que el feudalismo pretende responder con semejante simpleza.

Y no porque el feudalismo sea buena explicación. Es simple (en su connotación más peyorativa), es mala historiografía, es algo cargado con más significado que el propiamente histórico y hasta sus defensores reconocen su limitación (en muchos casos, al menos). Pero necesitamos entender la estructura social y la organización política y necesitamos hacernos preguntas pertinentes. Ignorar parte de la pregunta también nos dará una respuesta equivocada, y la pregunta también requiere que miremos cómo los individuos se relacionan entre sí.

Desgraciadamente, a Reynolds no le ha seguido ninguna estela de historiadores de éxito que cuestionan sus hipótesis. Ni para confirmarlas ni para rechazarlas. Es una obra muy erudita, es comprensible. Pero el avance científico se logra a través del diálogo de la comunidad científica a través de su obra académica. Es difícil encontrar historiadores trabajando en esto mismo, propiedad, relaciones sociales y propiedad o estructuras políticas fuera de la historia más puramente institucional que no pretende examinar estos aspectos más... "sobados" por el feudalismo. Y es muy fácil encontrar a los que siguen hablando en términos de feudalismo sin querer usar su significado marxista (que es un método de análisis particular y perfectamente válido).

Ya para concluir, quiero decir por qué he escrito esta serie eterna de entradas sobre feudalismo. Lo he hecho porque me aburre mucho la discusión en términos simplistas. El período medieval es muy complejo y rico, como cualquier otro. Pero por tradiciones académicas muy arraigadas (y nacidas del Renacimiento postmedieval), siempre se reduce a lo más absolutamente anodino y se recurre a esteretipos y tópicos sin fundamento ni rigor históricos. Es un período de ruptura con el clasicismo, donde aparecen numerosísimas soluciones nuevas y originales a los problemas humanos. Algo tan básico como la integración de la comunidad en la vida política tiene poco que ver con la tradición grecorromana, pero es el verdadero y muy lejano origen de nuestras fórmulas polítcas actuales. El Parlamentarismo nace del funcionamiento habitual de las comunidades medievales, fueran aldeas o reinos. Los sistemas liberales nacen en respuesta a la sociedad tradicional del Antiguo Régimen que tiene su origen en la sociedad medieval (aunque los estamentos en sí sean algo bastante tardío en el período). Es hora de actualizar la mirada y dejar de estudiarlo desde la óptica del XIX.

1 comentario:

  1. Titanium Art | TiGIN® SOLUTIONS | TITIAN ART | TITIAN ART
    TITIAN ART · titanium wood stove TITIAN ART · TITIAN ART · TITIAN ART · TITIAN ART · TITIAN ART · TITIAN ART babylisspro nano titanium spring curling iron · titanium dive watch TITIAN ART · TITIAN ART · TITIAN ART · TITIAN ART · TITIAN ART titanium piercing jewelry · TITIAN ion titanium on brassy hair ART

    ResponderEliminar