viernes, 18 de octubre de 2013

El feudalismo en la historiografía

El feudalismo es un concepto que ninguna persona del medievo, por muy instruida que fuera, habría comprendido. Feudo, en cambio, era algo muy real. Feudo proviene de una forma de propiedad eclesiástica que, por motivos diversos (entre ellos cierta connotación de dependencia y revocabilidad), se extendió entre la población laica y acabó refiriéndose a la propiedad nobiliaria en general, perdida ya la revocabilidad y otras disposiciones provinientes de las reglas que regían la propiedad eclesiástica cedida a laicos (porque, para empezar, las tierra de la Iglesia eran inalienables y suyas ad aeternum).

A partir de que esto sucede, se desarrollan una serie de prácticas legales que gobiernan las propiedades de la nobleza, los feudos. Muchas cosas se parecerán a lo interpretado como feudalismo, si bien mucho más variadas y complejas que lo que el modelo nos dice, pueden observarse a partir del siglo XIII y, especialmente, en los dos últimos siglos de la Edad Media. Existe una ley de feudos que sobrevivirá más allá.

En el siglo XVI, los legistas franceses se interesan por la ley de feudos, pues sigue vigente para su mundo nobiliario. Pero también por su historia. Descubren el Libri Feudorum, un tratado compilado del siglo XII y comienzos del XIII. Es el primer tratado de derecho académico donde se tratan los feudos, examinando las disposiciones del emperador Conrado II de 1035 donde el emperador ratifica una serie de derechos de valvasores milaneses respecto al arzobispo de Milán. Se trata de un trabajo teórico sobre lo dispuesto, con una influencia limitada sobre la práctica real de la propiedad medieval, a menudo poco más que hacer que los legistas que estudiaron el Libri en la universidad introduzcan la terminología de feudos o vasallos.

Con ellos comienzan a aparecer algunos adjetivos como feudal, aunque ellos mismos reconocerán que no tiene autoridad en Francia, pues, además de ser ellos hostiles a lo medieval (como buenos humanistas post renacentistas), pueden ver que la práctica acostumbrada y tradicional difiere de lo discutido en el Libri Feudorum. Pero su vocabulario, igual que para los legistas medievales, resulta útil para estructurar y dar coherencia a los que observan en las crónicas medievales. Porque, aunque parezca mentira por la insistencia de la historiografía medievalista en usarlos, en el período medieval se usaban una gran variedad de palabras para referirse a las cosas, no todo eran vasallos y feudos.

En él también se incorpora un fragmento de elucubración histórica por parte de los académicos que teorizaban sobre feudos. Sitúan el origen del feudo en el pago por parte de señores de la guerra a sus bandas de guerreros. Primero beneficios a voluntad del señor, luego de por vida hasta que Conrado los hiciera a perpetuidad. Seguramente resulte familiar. Ello se debe a que es la explicación que los historiadores todavía dan cuando se les pregunta o se preguntan por el origen de los feudos y el feudalismo. Las mismas bandas guerreras y su relación con sus líderes, con juramentos y lealtades, también se podían explicar con vasallaje, al menos lo que ellos entendían como tal (que no es lo que comunican las fuentes). Todo cuadraba.

En el XVII, Henry Spelman lo introduce en Inglaterra (1). Ya antes de terminar el siglo, está tan extendido que aparece en los anexos de una ley del Parlamento que elimina lo que luego se conocerá como "feudal tenures" allí. O un editor, compilando el trabajo del abogado Edward Coke, se sorprenderá de que su ignorancia sobre lo feudal y su relación con las propiedades de vieja tradición (antes de las enclosures propiamente dichas).

El siglo XVIII marca el éxito definitivo de lo feudal en el mundo académico. La naciente Historia, cada vez más académica, nacida en esta fascinación por el medievo feudal, no se resiste a la moda. Tanto Montesquieu, en su Espíritu de las leyes, como Adam Smith, en sus etapas de la historia de La riqueza de las naciones, no dudan en calificar a un medievo agrario como feudal. Existe un gobierno feudal, un sistema feudal. Todo lo cual nos lleva a la Revolución Francesa.

Es un momento de agitación política donde el nuevo orden burgués se enfrenta al Ancien Régime, el cual no es más que la pervivencia de los derechos y costumbres feudales para todos los sabios ilustrados franceses. Es entre estos años de la Revolución, que nos saca maravillas como el nunca demostrado derecho de pernada, y Marx que se acuña un nuevo término: feudalismo. Es la culminación de la elaboración de un significante para la Edad Media. Marx, todo hay que decir, tampoco nos dice nada demasiado nuevo sobre ello, usa prácticamente el mismo concepto que Smith, si bien le da el cariz de lucha de clases propio de su teoría de las etapas de la historia.

Es entonces en el XX que se definen los grandes modelos: 1- feudalismo jurídico de Ganshof, donde se trata de relaciones de propiedad y políticas entre señores y vasallos, entre élites guerreras y sus servidores militares.
2- feudalismo marxista, del materialismo histórico que nos dice que se trata de un modelo de producción donde hay unas élites guerreras que poseen la tierra y la explotan a través de clases serviles dependientes que la controlan directamente (a diferencia del modelo esclavista, donde se poseen tanto tierra como mano de obra, o capitalista, donde se controlan los medios de producción y el beneficio proviene de la plusvalía del trabajo del productor).
3- feudalismo global, donde el feudalismo es algo que incluye toda la sociedad, los valores feudales impregnan el tejido social más allá de la élite guerrera. Es el feudalismo de Bloch o Duby.

Pero había esperanza, pues en el mundo académico ocupado por los fieles al feudalismo clásico, había una historiadora que resistía. Elizabeth Brown publica en 1974 The Tyranny of a Construct, donde cuestiona las evidencias sobre el feudalismo y su utilidad para la ciencia histórica y llama a que los medievalistas dejen de utilizarlo. Con poco éxito. Igualmente, Susan Reynolds luego tendrá poco éxito pese a un monumental trabajo sobre ello, que abrió la puerta a reexaminar profundamente el feudalismo. Pero no era fácil ni cómodo.

Es cierto que no se les ha seguido en exceso, aunque hay medievalistas muy vocales intentando revisar lo que conocemos del medievo sin caer en la trampa feudal. Pero son pocos, y ninguno ha trabajado para acabar de derribar los pilares que sostienen el modelo feudal. Al menos, nadie que haya tenido repercusión. He buscado bastante y no hay nuevas monografías ni nuevos trabajos comprensivos sobre feudalismo. Por desgracia, se necesita alguien que verifique las hipótesis de Reynolds, que son muy interesantes. Pero son, también, muy complejas y requieren mucho, mucho trabajo por la magnitud de su trabajo en Fiefs and Vassals.

La siguiente entrada debería ser sobre el argumento de Reynolds. Quizá dedique una tercer a los problemas que tiene su hipótesis, la cual argumenta sólidamente pero tiene lagunas que merecen mención. Y así le quito carga a la entrada explicándolo, porque ésta de hoy es un buen ladrillo.


(1) Henry Spelman (1562-1641) y también ya estudiado por abogados escoceses antes de finalizar el siglo XVI, según Reynolds.

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