lunes, 30 de diciembre de 2013

Pesimismo vs optimismo, cyberpunk vs transhumanismo

Nuestro mundo industrial, ya post industrial, dio lugar a una concepción del mundo sobre la base del progreso constante. Su origen se encuentra tanto en la percepción del singular desarrollo tecnológico que vivió Europa en el siglo XIX como en la tradición cultural del humanismo ilustrado, a su vez heredero del humanismo renacentista con vocación de mejorar el mundo desde su base cristiana. Tan fuerte es que a muchas personas les cuesta concebir el tiempo histórico. 

Cuando miran la evolución de su localidad, por ejemplo, no pueden evitar proyectar nuestras ideas de cambio al pasado, mientras que la realidad histórica muestra que, en un milenio, cualquier localidad rural vivió una profunda continuidad en sus formas de vida, tanto materiales como culturales o sociales más allá de detalles superficiales.

Con la cultura de masas, nos llegó también la popularización de la literatura. La Ciencia Ficción comenzó a ser cultivada en el XIX por gente como Mary Shelley (Frankenstein), Jules Verne o HG Wells (La máquina del tiempo o La guerra de los mundos, entre muchos otros), siguiendo el nuevo cientifismo de la sociedad europea. La era pulp hizo de la ciencia ficción un género popular como nunca antes.

En los 80, pasada la edad dorada de la ciencia ficción de los 50-60, en plena crisis del pacto social y la europa del consenso socialdemócrata, hace súbito acto de presencia un nuevo subgénero: el cyberpunk. Aunque hubo algunos antecedentes en las décadas anteriores, es en los ochenta donde eclosiona, sin duda por la poderosa influencia del movimiento punk.

Hacia los noventa comenzará, por otro lado, a definirse un movimiento tecnoutopista nuevo. Tendrá sus antecedentes en muchos escritores e ideas anteriores, claro, pero nace al calor del neoliberalismo que ocupa las mentes y corazones abandonados por el pensamiento materialista en crisis. El transhumanismo es, en esencia, trascender el materialismo a través del desarrollo tecnológico, hacernos posthumanos, seres que no van a estar limitados por las meras necesidades materiales. A menudo, esta trascendencia se define en la Singularidad de Kurzweil.

El cyberpunk del cinismo frente al utopismo transhumanista no deja de ser la batalla por el alma de la ciencia ficción: ¿Qué nos depara el futuro? Para el transhumanismo, la tecnología nos salvará, el cyberpunk nos dice que no.

Ante esta cuestión debemos mirar nuestro pasado y reflexionar quién tiene razón, puesto que el futuro no podemos conocerlo hasta que llega. La primera industrialización, pese a todo su desarrollo tecnológico, no supuso una mejoría para la vida de la mayoría de personas en Europa. Supuso más opresión, más miseria (tanto por perder los hogares rurales como la insalubridad de la ciudad obrera), sin ninguno de los beneficios del mundo industrial. No es sorprendente la fuerza del ludismo en la Inglaterra de finales del XVIII.

Por otro lado, el XIX es, indudablemente, un siglo de gran aumento de las condiciones de vida. Especialmente a partir de la masiva industrialización europea después de las fracasadas Revoluciones Liberales. Los niveles de consumo de carne irán aumentando hasta superar los niveles medievales (que son superiores a los del mundo clásico, también). El conocimiento médico permite combatir la enfermedad como nunca antes.

Si pasamos al XX, es imposible cuestionar la mejora de la vida material. Pero, entonces, nos asalta una nueva pregunta: ¿Son las condiciones básicas de vida suficiente para tener buenas vidas? Entre el XIX y el XX hemos asistido a grandes oscilaciones en las desigualdades económicas. En el XX, las enormes desigualdades antes del crack del 29 fueron reducidas enormemente hasta el ascenso del neoliberalismo de los 80 (de ahí el movimiento cyberpunk).

Si hablamos de desigualdades inmateriales, como son derechos políticos, podemos cuestionar enormemente que la vida material sea lo único importante para valorarlo. Todos los desarrollos tecnológicos han supuesto un aumento de la opresión junto a nuevas herramientas para combatirla. Aquí valoro burocracia y sistemas legales modernos como tecnología cultural. Si nos venimos a la sociedad de la información, toda la libertad de información de las tecnologías de comunicación que también han creado los instrumentos de vigilancia permanente de nuestro mundo.

Es interesante pensar en la ciencia ficción como el reflejo de su tiempo. Bueno, más que interesante es la única forma de analizarla. El cyberpunk nace en la crisis social que habilita el ascenso del neoliberalismo. Sus temas son dos: la desigualdad económica encarnada en el poder de las corporaciones y la tecnología que, en lugar de hacer nuestras vidas mejores, nos ha condenado al paro, la miseria y la opresión. Algo con lo que cualquier persona de condición humilde puede simpatizar. Es marxista, en tanto que analiza el mundo desde el materialismo.

Pero el transhumanismo es la voz de los 90, de la superación de la crisis ideológica a través del destierro del paradigma materialista. Es la confianza en que todos nuestros problemas se verán superados gracias a la tecnología. Podremos cargar nuestras mentes en ordenadores y evitar la muerte. Podremos producir energía sin problemas y nadie carecerá de nada. Todos los defectos se arreglarán artificialmente. Gracias a la tecnología, el postmaterialismo será realidad.

Es interesante observar el post cyberpunk, como se ha conocido al sugénero que nace del cyberpunk, pero no tiene el mismo origen punk, ni llega a las mismas conclusiones que él. Toma cierto transhumanismo, pues rechaza la alienación de la tecnología. Es un subgénero que quiere explorar el lado amable del cyberpunk. No nos pone del lado de los desterrados del sistema, sino que nos mete de lleno en el sistema. Nos dice cómo vivir en el mundo cyberpunk. Según la obra, puede oscilar más al optimismo que al cinismo. Con el maravilloso anime Ghost in the Shell: Stand Alone Complex no me atrevería a simplicar; no soy capaz de decir si es un futuro positivo o negativo desde la narrativa de la serie. Por eso es una maravilla.

Y ya para acabar, para mí el transhumanismo es una visión religiosa. Igual que las religiones de salvación, traslada al futuro indeterminado el paraíso. El transhumanismo no nos dice cómo mejorar nuestras vidas con los instrumentos del presente, responde a todos los problemas que necesitan solución con la promesa de un futuro tecnológico en que todo será bueno y perfecto. Si es el transhumanismo de la Singularidad, y la mayor parte lo es, incluso nos pone a nuestros Salvadores: la Inteligencia Artificial que, siendo más que humana, enconrará la llave para dar solución a todos los males y necesidades.

No por tener elementos será malo. Mucha ciencia ficción moderna tiene elementos. Es razonable pensar que el futuro será uno donde la mera humanidad será algo del pasado. Aunque sea simplemente por la Realidad Aumentada, seremos más que humanos. Que el tecnoutopismo tenga razón, y viviremos en el paraíso postmaterialista, ya es una cuestión absolutamente diferente. Yo no lo creo.

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