miércoles, 11 de diciembre de 2013

¿Los libros curan el fascismo?



Existe esa idea de que solamente los ignorantes conformaron las masas fascistas que violentaron la Europa posterior a la Primera Guerra Mundial. El título hace referencia a la cita de Unamuno sobre el fascismo que se cura leyendo. Pero, ¿es realmente así?

Aunque el fascismo como tal nace con la crisis de identidad del liberalismo europeo tras la I Guerra Mundial, podemos observar sus antecedentes ya durante los años posteriores al inicio de la Segunda Revolución Industrial (tradicionalmente, la Belle Époque que comienza tras la crisis de 1873). Este período se caracteriza por la sustitución de la sociedad burguesa tradicional, triunfante definitivamente en Europa tras las revoluciones liberales de 1848, por la sociedad de masas que todos conocemos. El capitalismo de la empresa familiar y el mercado nacional se ve devorado por el capitalismo global de las corporaciones y las sociedades anónimas.

En este contexto, las clases medias burguesas se ven desplazadas. Por arriba, la alta burguesía trasciende la burguesía tradicional y liberal. Por abajo, la clase obrera se convierte en actriz con agencia propia. La clase media que dominaba la vida pública pierde su influencia a manos de grupos sociales ajenos al ideario sobre el que su propia clase se había definido hasta el momento. Incluso les superan grupos económicos hasta entonces ajenos a la sociedad burguesa del hombre hecho a sí mismo: gestores del capitalismo como directivos y administradores.

La clase obrera se definió por su lucha para emanciparse del yugo del capital. Las élites económicas se definen por su control sobre estados y sociedad a través del capital. La clase media está fuera de juego. Carente de anclaje identitario como clase, a diferencia de la clase obrera, su identidad se construirá a través del nacionalismo. Es cuando nace la segunda ola de nacionalismo, diferente al nacionalismo cívico que nace de los Estados en construcción, mucho más esencialista (hegeliano).

Por supuesto, el nacionalismo por sí mismo no tiene por qué ser algo negativo. Sin embargo, tampoco tiene que serlo positivo. La identidad tiene que construirse en oposición a algo. En Europa había todavía numerosas minorías, judíos, polacos en Alemania, el caos étnico-cultural del Imperio Austro-Húngaro, etc. Las ideologías de las que nacerá el fascismo, todas, tendrán un fuerte cariz racista. No es que el racismo lo inventaran ellos, pero abrazarán el darwinismo social hasta las últimas consecuencias (el nazismo).

Curiosamente, en contraposición, el mundo obrero será más tolerante por influencia de la socialdemocracia. La lectura marxista de la sociedad obliga a ello: si lees el mundo sobre la base de la desigualdad de clase, el enemigo difícilmente será el obrero de otra etnia (la URSS de Stalin también demuestra que no siempre, no obstante). 

Existe el tópico de que los nazis ganaron sus apoyos en el contexto de la Gran Depresión y las crisis de la República de Weimar. Hobsbawm planteaba que, como digo en los párrafos anteriores, la reacción e carácter nacionalista llevaba tiempo desarrollándose. Si llevaba tiempo en gestación, es evidente que no fue por la causa directa unívoca de una crisis económica brutal. Evidentemente fue un factor clave para el éxito de la demagogia nacionalista, como lo sigue siendo hoy día.

Dicho todo esto, hay que mirar qué es la clase media. Generalmente, la clase media tradicional pequeño-burguesa eran las clásicas profesiones liberales: médicos, abogados, maestros, ingenieros, etc. y los propietarios urbanos del taller artesano y la tienda. Y, finalmente, las nuevas clases medias nacidas en este período: oficinistas y demás profesionales del sector servicios que gana importancia en las economías desarrolladas, los llamados por el marxismo "gestores del capitalismo" (aunque yo, siguiendo a Hobsbawm, creo que podemos tener una clase gestora entre las élites y no clases medias. Los grupos de directivos y administradores habían trascendido la burguesía tradicional).

Y ya llegando a la respuesta a la pregunta de este escrito, la clase media se caracterizaba (y todavía lo hace) por ser la clase educada, élites al margen. La clase obrera ciertamente no se podía permitir más que la educación básica. Las profesiones liberales requieren estudios superiores. Podría también decirse que los obreros de cualificación superior están en una difusa frontera social que puede hacerlos parte de estas clases o tener muchas similitudes.

Hay dos tesis que aceptar para mi respuesta. La primera es que el fascismo tiene uno de sus pilares en las clases medias (evidentemente son tendencias). Esto lo apunta a quién beneficieron los regímenes fascistas al margen de los vencedores de siempre de las élites, y éstos son las clases medias. La Italia fascista les dio acceso a trabajar a cargo del Estado en su gran desarrollo burocrático que dobló el número de empleados gubernamentales, beneficiadas las clases medias. De los nazis se puede encontrar la composición de sus miembros incluso en la Wikipedia (de veras: membresía Partido Nacional Socialista Alemán). Parece difícil de rechazar que el fascismo se construye con especial apoyo de las clases medias.

La segunda es que las clases medias tienden a tener una educación superior que los demás. Todavía en los estados sociales europeos modernos es visible la desigualdad entre clases: la clase obrera tiende a porcentajes menores de población con estudios superiores e incluso en informes muy poco marxistas como PISA se cifra el efecto socioeconómico en el éxito escolar en lugar de la propia escuela/sistema en porcentajes muy elevados (60% vs 40). Esto teniendo fuertes compensaciones estatales a las desigualdades económicas, antes de la II Guerra Mundial era mucho más evidente.


Así pues, es difícil decir que la educación es una defensa frente al fascismo. Las clases educadas fueron grandes soportes del fascismo europeo. No quiero hablar demasiado de hoy día, porque la tendencia en Europa ha sido la difuminación del voto de clase (solamente hay que mirar el caos que supone el voto al PP). También porque el neofascismo y el populismo reaccionario-nacionalista no tienen el mismo carácter que tuvo en el pasado y, en buena medida, porque nuestras sociedades también han cambiado y no se mueven del mismo modo. Aun así, todavía podemos ver algunas correlaciones: UPYD es el partido que más votantes con estudios universitarios tiene, el Front Nationale tiene significativos porcentajes de votantes de nuevas clases medias (he visto 29% trabajadores manuales y 25% de nuevas clases medias).

En definitiva, creo bastante improbable que por leer vayamos a poder resistir mejor la llamada del fascismo o neofascismo. Sus antecendentes históricos muestran que la educación no hizo menos susceptibles a las clases que la tenían de ser atraídas por él (no son porcentajes muy elevados para los nazis, pero hay que entender que había más partidos para atraer su voto, muchos democristianos por ejemplo). Suele suceder que las ideologías tienen fuertes componentes de clase, porque las ideologías apelan a elementos que muevan al electorado. Si un partido habla de relaciones de producción, de explotación y bienestar seguramente atraiga mayoritariamente a quien pueda identificar sus problemas en ello.

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