lunes, 27 de enero de 2014

La revolución y la Edad Media

Es bien sabido que, antes de la revolución francesa, en el mundo preindustrial, las revoluciones eran escasas, porque ni tenían posibilidad de éxito ni de supervivencia cuando reprimían brutalmente; eran asunto de mujeres y obedecían, en esencia, al hambre y nada más.

Como la mayoría de truismos en la Historia, se desmoronan en el momento que intentan verificarse. Este es el modelo con el que se juega habitualmente sobre las revoluciones, especialmente las medievales. Samuel Cohn, en Lust for Liberty: the Politics of Social Revolt in Medieval Europa 1200-1425, investiga este asunto.

Mediante 1.112 incidencias que pueden calificarse como protestas, revueltas y revoluciones de las que ha hayado referencias, tanto en crónicas como documentación judicial, reconstruye los procesos revolucionarios medievales y cuestiona verdades aparentes como que las revueltas se producían por la carestía, que la mujer tenía una fuerte presencia o que eran poco frecuentes porque tenían pocas probabilidades de éxito y su represión era muy dura y sangrienta.

La revolución más famosa seguramente sea la Jacquerie de 1351 en Francia. Más concretamente en el centro y norte de Francia. Por ejemplo, en el Languedoc nunca tuvo ninguna relevancia como fenómeno. A menudo se ha intentado hacerla característica de las revueltas populares medievales. Menos conocidas son las revoluciones italianas, como la de los Ciompi en Florencia, o las dos de Flandes, esta muy singular por ser una revolución transregional y capaz de articular una acción colectiva conjunta entre campo y ciudad.

Es muy interesante que no lleguen a media docena los casos que detecta de disturbios por carestías de alimentos. Una explicación habitual de la Jacquerie es que al unirse la crisis económica que se arrastra desde comienzos de siglo, la Peste Negra, la Guerra de los Cien Años y los abusos de la nobleza, el campesinado francés se harta y se alza violentamente. Y, como se utiliza como modelo, luego derivamos que las revueltas sociales preindustriales no pueden tener éxito y se reprimen brutalmente.

Lo que él observa no se ajusta demasiado: la Jacquerie tuvo represión violenta, pero también hubo muchas letras de remisión, que eran perdones que se compraban pagando según origen social y gravedad de los actos. La mayoría de revueltas del período se saldaban con letras de remisión, en Francia al menos. Más allá, la Jacquerie era, en buena medida, una revolución económica, en tanto que uno de sus principales objetivos era alterar las relaciones de producción.

Lo mismo puede decirse de las Guerres Remença en Catalunya en el siglo XV. Pero, en cambio, también vemos que la mayoría de revoluciones del período son, irónicamente, parecidas a la acción de protesta de la segunda mitad del siglo XX: contra el Estado. No porque seamos o fueran anarquistas, sino que respondían a la acción estatal, principalmente impuestos, respuesta a abusos de poder (en su propia concepción del poder, claro) y/o participación política, como podía ser ampliar la base sobre la que se organizaban las instituciones cívicas, ampliando el voto o creando nuevos "gremios", como pasó en Siena y Florencia. Por ejemplo, en una ocasión los burgueses parisinos obligaron a Felipe IV a ocupar militarmente la ciudad para reprimir una revuelta contra un impuesto. En consecuencia, después de derrotarlos, el Rey proscribió los gremios de París durante un tiempo.

Sobre los gremios, hay que considerar una cuestión: lo entendemos como gremio es una institución profesional que no tiene por qué corresponderse exactamente con el sentido de institución colectiva que tenía entonces. En Florencia, por ejemplo, se llmaban Arti. Era gobernada por los Arti Maggiori y los Minori, que elegían un cónsul para el consejo (uno cada Maggiori, dos los Minori en las primeras épocas). Los Arti, seguramente, se correspondan bien a nuestro gremio. Pero la traducción inglesa, el guild, englobaotras asociaciones también, algunas más parecidas a cofradías religiosas que otra cosa. Como es habitual, la realidad histórica es mucho más compleja que la simplificación que hacemos para construir modelos conceptuales.

No obstante, las revoluciones que pretendían variar las relaciones de producción fueron escasas. La mayoría de revueltas, como he dicho, respondían a la acción estatal, especialmente en impuestos, pero también al deseo de mejorar la representación política, a menudo ampliando bases de participación o alterando las estructuras políticas. Aquí, además, podemos ver un cierto punto inflexión en la segunda mitad del siglo XIV... si bien hay algunas revoluciones con funcionamiento similar en la primera mitad como la primera de Flandes o las que se hacen contra los impuestos de Felipe IV.

Cohn atribuye la inflexión a una cuestión culturalista, a un nuevo deseo de libertad muy etéreo y poco definible. Yo soy algo más materialista que eso y creo que responde a la disrupción que supone la Peste Negra en toda Europa. La Peste fue más virulenta en las ciudades, ya que no solamente había más facilidad de contagio, también eran más sucias y podían tener más dificultades en su alimentación que los campesinos autosuficientes (que lo eran). La Peste no inició los procesos de migración a la ciudad, era un fenómeno en marcha desde el XI, cuanto menos. Pero seguramente sea un paso muy definitivo en el desarrollo del modelo poblacional europeo de los siglos siguientes, cuando, de forma lenta pero constante, la población europea vaya concentrándose en las ciudades.

No solamente se produce una gran mortaldad, también se produce la deslocalización de numerosos grupos humanos. Esto supone que las bases sociales del funcionamiento político, sobre todo el cívico, se rompen. En Florencia existían los capellani del popolo, unos magistrados elegidos cada seis meses que vigilaban sus respectivas parroquias (no el edificio como lo conocemos hoy, el territorio) para mantener el orden público y denunciar actos delictivos o de desorden. Pues bien, con la posterior revuelta de los Ciompi veremos que acaban desapareciendo. Es natural, la base social basada en la solidaridad del vecindario y la mutua confianz ay vigilancia no es completamente compatible con los grandes cambios demográficos. La agitación del período es extrema. Un ejemplo de cómo pudo crear una gran disrupción social.

También la base económica sufrió grandes cambios. El descenso demográfico dio a los trabajadores un enorme poder, pues la mano de obra era mucho más escasa y podían imponerse para obtener mejores condiciones. En Flandes tenemos constancia de huelgas industriales, por ejemplo (no las inventaron en el XIX). Las Guerres Remença responden a esta lógica: el campesinado tiene fuerza para deshacerse de prácticas señoriales indeseables, pues el campo está enormemente despoblado y los señores les necesitan para que trabajen las tierras y cobrar rentas.

Pero éstas fueron revoluciones menos frecuentes. La mayoría responden a diversas formas de resistencia a impuestos y acciones políticas indeseables (prohibiciones, por ejemplo) o cambios en los regímenes políticos, como los Ciompi en Florencia. Esta revolución supuso el fin, al menos durante el corto período revolucionario, del dominio de los Arti Maggiori (en buena parte, el poder de los comerciantes de lana) y la incorporación de gremios representativos de trabajadores rasos y artesanos menores que trabajaban en los tejidos. Incluso impusieron reformas fiscales para hacer pagar más a los poderosos. La revolución murió a manos de la reacción, como suele suceder, pero cambiaron para siempre Florencia. Hubo conatos revolucionarios después, aunque fracasados. Antes de terminar el siglo, los Medici acabaron haciéndose con el poder en el mismo proceso que numerosas ciudades italianas iban pasando de gobiernos cívicos a señoríos autoritarios.

A mí me parece muy interesante que la desigualdad fuera un tema mucho menos recurrido en el período, la inequidad era ampliamente aceptada como normal, y fuera la representación y el consentimiento al gobierno, y la necesidad del buen gobierno, lo que moviera la resistencia colectiva. Como decía, más parecido a la acción colectiva de segunda mitad del siglo XX que a las revoluciones materialistas de comienzos de siglo. Por supuesto, eran mucho más violentas que no en el XX. Pero también eran exitosas y fracasadas como en el XX. A menudo podían detener impuestos injustos. A menudo podían alterar el mapa político, ni que fuera brevemente. Algunas ciudades obtuvieron, antes del período cubierto en el libro, su autonomía por procesos de resistencia colectiva.

En conclusión: la visión condescendientes hacia las sociedades preindustriales no es apropiada para la historiografía. Lo mismo que las ciudades medievales no eran oasis democráticos en un entorno opresivo, las revoluciones no eran acciones suicidas, eran una respuesta lógica donde actores racionales tenían que calcular si podían resistir sus demandas o aceptarlas. Nada diferente a cómo los gobiernos del PP pueden ignorar la resistencia ciudadana a su gobierno y podrían encontrarse con acciones colectivas que podrían obligarles a variar sus políticas.

PD: no recuerdo la cifra, pero me parece que podría ser que un 50% de las incidencias que recogió Cohn hubieran tenido éxito en alguno de sus objetivos. Poca broma.

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