lunes, 6 de enero de 2014

La fútil batalla frente al feudalismo


Ha pasado un mes desde la última entrada sobre feudalismo y he leído y pensado bastante sobre ello desde entonces. Esencialmente, he estado mirando documentos medievales con homenajes o alguna que otra crónica, además de revisitar un libro, La feudalización de la sociedad catalana, tratando muy específicamente la mutación feudal en el siglo XI, junto algún pequeño artículo y blogs de medievalistas (recomiendo especialmente A Corner of Tenth-Century Europe, si bien es muy técnico).

Quizá vendría bien recapitular sobre mis opiniones respecto a Susan Reynolds. La serie era, más que mi opinión que se colaba de tanto en tanto, un repaso a un trabajo monumental sobre el concepto de feudalismo. Es poco adecuado suscribir todas las opiniones acríticamente, y de ahí que escribiera algunos problemas de los argumentos de Reynolds. Algo que seguramente tendría que haber añadido es su maniqueísmo sobre el legalismo académico y el derecho tradicional (al que llama consuetudinario, si bien éste también tiene un origen académico), derivando demasiado del interés académico por sistematizar y crear un sistema legal más imaginario que real.

La fuerza de lo que dice Reynolds está en desmitificar el modelo feudal. Busca en las fuentes las verdades ampliamente aceptadas por la historiografía y demuestra, en numerosos ejemplos, que el modelo no se ajusta a la realidad. Como ya lo cité, es absurdo repetirme. Uno de sus argumentos más interesantes es la conexión entre el desarrollo de los estados medievales y la "feudalización", lo cual sería muy interesante de explorar en profundidad. Y parece que es factible en Catalunya, por ejemplo, según las referencias a Kosto que he leído sobre las convenientiae del siglo XI en los condados catalanes (por desgracia, es un libro caro y solamente lo tienen en la facultad de Derecho de la UB, aún tengo que leerlo).

En cuanto a mi opinión, es complicada. Por un lado, compro lo que dicen Elizabeth Brown y Reynolds sobre la poca utilidad del feudalismo como modelo. Es una construcción postmedieval, cargada de anacronismos, que nos encorseta a la hora de buscar significado a los textos medievales. Cuando decimos "vasallaje", palabra no existente en la Edad Media, estamos imponiendo una lectura concreta a los documentos, así como estableciendo una serie de relaciones que, si bien podría ser ciertas, no podemos dar por hecho a priori. Hacerlo es pura teleología mientras el feudalismo como modelo haya sido siempre, y seguirá siendo, algo en constante cuestionamiento. Es habitual que una exposición sobre algo relacionado con ello necesite de una explicación sobre qué se quiere decir con feudalismo para poder hablar de la cuestión relevante. Un modelo que no es útil sirve de poco.

Sin embargo, las relaciones feudo-vasalláticas detectan algo. Aunque el modelo de derrumbe de la autoridad pública es algo muy francocéntrico (y ni siquiera en todo el reino franco occidental es visible, en Aquitania existe un poder público muy poderoso mientras en otras regiones desaparece completamente), sí es incuestionable que el poder se patrimonializa en toda Europa. De formas muy diferentes, con mayor o menor descentralización en algunos aspectos, pero es real. Los documentos recogen el cambio, aunque no sepamos leerlos de forma adecuada para explicar qué está pasando. El contrato feudo-vasallático, o lo que así se ha llamado, articula parte del poder político y militar. Incluso puede que algunos aspectos de la sociedad.

El problema está, y esto me lo habréis oído alguna vez, en intentar que articule toda la sociedad. Sería el modelo de Marc Bloch, expuesto en su obra significativamente llamada La sociedad feudal. Seguido por muchos historiadores, claro. El principal problema de esta forma de interpretar el llamado feudalismo es su incapacidad de incorporar una buena parte de la sociedad que intenta incorporar. El feudalismo jurídico se limita a las relaciones políticas y militares de las élites, por lo que no se encuentra con este problema de incorporar a una parte de la sociedad solamente. Por otro lado, el feudalismo marxista trata sobre las relaciones de producción y cómo generan un tipo de sociedad, pero ignora las relaciones de las élites. Bloch es una síntesis fallida de dos modelos, esencialmente.

El problema que tenemos en la historia medieval es interpretar los documentos. Vemos homenajes y comendaciones (cuando un hombre entra al servicio de otro como lo que se ha llamado vasallo) por todo el continente, también promesas de servicio militar a cambio de tierras (aunque no necesariamente sea la única forma de articular el poder militar). Aquí está uno de los grandes problemas de Reynolds: se niega a observar el papel que juegan las relaciones interpersonales en la configuración de una parte de la sociedad medieval.

Mirando los condados catalanes en el siglo XI, es innegable que esto juega un papel fundamental. A falta del libro de Kosto, que plantea el argumento de que los condes catalanes utilizan las convenientiae como instrumento de control sobre las élites y proyección de poder desde su debilitada autoridad pública, por la muy rica documentación que sobrevive (según él, también a causa de la importancia de conservar los acuerdos para su forma de gobierno) es posible ver la evolución de los que se llama en Italia incastillamiento. No es solamente la patrimonialización de las fortificaciones físicamente, también es la elevación del castellano a poder local por cuenta propia. Privatizan el poder hasta el punto en que los condes se ven incapaces de evitar que hagan nuevos castillos (algo impensable en monarquías fuertes, véase el período carolingio o posteriormente Luís XIV). 

La documentación es una constante de acuerdos de servicio. No necesariamente militar. Muchos juramentos que, si bien con sus formas peculiares (en los condados catalanes se suele reafirmar el acuerdo con negativos: no haré esto, no haré esto, etc.), establecen las relaciones entre dos partes. No siempre una clara sumisión, a veces parecen simples pactos bilaterales para solucionar un conflicto de intereses.

En este sentido, es muy interesante una crónica llamada Conventum (Conventum inter Guillelmum ducem Aquitaniae et Hugonem Chiliarchum), sobre el duque Guillermo de Aquitania y Hugh IV de Lusignan. Es imposible no ver aquí muchos elementos que se incorporan al feudalismo jurídico en una interpretación concreta, pero existentes para ser susceptibles a esa interpretación. He leído un poco de esta crónica y es un fascinante caso donde podemos ver que tampoco es que el feudalismo jurídico acierte. Al menos, no como modelo que pretenda explicar cosas más allá de crear un marco de referencia muy amplio, pero que, en consecuencia, tiene muy poco significado real.

Un detalle curioso es que a Hugh, el cronista (sabemos que un monje), le llama chiliarchum, "señor de mil", que aparece en la Biblia. Para que nadie crea en las jerarquías titulares, no antes del siglo XV-XVI. El hermoso caos que es la Edad Media.

Para acabar, el título. Viene de la consciencia de que el feudalismo como concepto nunca nos abandonará. Es una batalla perdida. No importa que ya en el XIX Maitland planteara que "no encontramos el feudalismo hasta después de que ya no haya feudalismo", que todos seamos conscientes de que no se ajusta a ninguna realidad. Seguirá siendo un marco de referencia que explica una historia irreal, en tanto que se basa en una miope mirada que tampoco quiere ser corregida. En lugar de buscar significado en las fuentes, construimos su significado encuadrándolo en un marco demasiado pequeño para ello.

Pero Brown perdió el debate que intentó iniciar en los 70. Reynolds ha pasado sin impactar realmente en la historiografía, mucho menos en el conocimiento profano. Nuestra batalla, ahora, es matizar el feudalismo cuanto podamos. Separar, para empezar, el feudalismo jurídico del sistema señorial que organiza la propiedad de la tierra y las relaciones de producción, que tienen poco que ver pese a la insidiosa influencia de la sociedad feudal. Esencialmente, porque una vez desaparece el feudalismo jurídico el señorialismo (manoralism en inglés) todavía perdura algunos siglos.

Además, el problema de la enseñanza del feudalismo resiste fuertemente. Su comunicación a la sociedad, entre escuela y películas, hace degenerar todavía más el concepto. El neofeudalismo que está muy de moda, por ejemplo, viene de esta falsa percepción de la Edad Media (junto a la ignorancia renacentista e ilustrada sobre el período) con alguna influencia, quizá, del feudalismo marxista. Aunque, eso sí, ni siquiera entre muchos que deberían tener suficiente educación para conocerla aparece realmente la conceptualización marxista y se quedan con la versión hollywood del feudalismo (no la he visto, pero por referencias entiendo que en Braveheart es infame).

PD: la imagen proviene del blog A Corner of Tenth-Century Europe. Es la explicación del caos historiográfico de la mutación feudal. Una muleta que se ha utilizado durante generaciones ya para explicar cualquier cambio en Europa, pero que no quiere decir nada en sí misma como conceptualización.

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