lunes, 30 de diciembre de 2013

Pesimismo vs optimismo, cyberpunk vs transhumanismo

Nuestro mundo industrial, ya post industrial, dio lugar a una concepción del mundo sobre la base del progreso constante. Su origen se encuentra tanto en la percepción del singular desarrollo tecnológico que vivió Europa en el siglo XIX como en la tradición cultural del humanismo ilustrado, a su vez heredero del humanismo renacentista con vocación de mejorar el mundo desde su base cristiana. Tan fuerte es que a muchas personas les cuesta concebir el tiempo histórico. 

Cuando miran la evolución de su localidad, por ejemplo, no pueden evitar proyectar nuestras ideas de cambio al pasado, mientras que la realidad histórica muestra que, en un milenio, cualquier localidad rural vivió una profunda continuidad en sus formas de vida, tanto materiales como culturales o sociales más allá de detalles superficiales.

Con la cultura de masas, nos llegó también la popularización de la literatura. La Ciencia Ficción comenzó a ser cultivada en el XIX por gente como Mary Shelley (Frankenstein), Jules Verne o HG Wells (La máquina del tiempo o La guerra de los mundos, entre muchos otros), siguiendo el nuevo cientifismo de la sociedad europea. La era pulp hizo de la ciencia ficción un género popular como nunca antes.

En los 80, pasada la edad dorada de la ciencia ficción de los 50-60, en plena crisis del pacto social y la europa del consenso socialdemócrata, hace súbito acto de presencia un nuevo subgénero: el cyberpunk. Aunque hubo algunos antecedentes en las décadas anteriores, es en los ochenta donde eclosiona, sin duda por la poderosa influencia del movimiento punk.

Hacia los noventa comenzará, por otro lado, a definirse un movimiento tecnoutopista nuevo. Tendrá sus antecedentes en muchos escritores e ideas anteriores, claro, pero nace al calor del neoliberalismo que ocupa las mentes y corazones abandonados por el pensamiento materialista en crisis. El transhumanismo es, en esencia, trascender el materialismo a través del desarrollo tecnológico, hacernos posthumanos, seres que no van a estar limitados por las meras necesidades materiales. A menudo, esta trascendencia se define en la Singularidad de Kurzweil.

El cyberpunk del cinismo frente al utopismo transhumanista no deja de ser la batalla por el alma de la ciencia ficción: ¿Qué nos depara el futuro? Para el transhumanismo, la tecnología nos salvará, el cyberpunk nos dice que no.

Ante esta cuestión debemos mirar nuestro pasado y reflexionar quién tiene razón, puesto que el futuro no podemos conocerlo hasta que llega. La primera industrialización, pese a todo su desarrollo tecnológico, no supuso una mejoría para la vida de la mayoría de personas en Europa. Supuso más opresión, más miseria (tanto por perder los hogares rurales como la insalubridad de la ciudad obrera), sin ninguno de los beneficios del mundo industrial. No es sorprendente la fuerza del ludismo en la Inglaterra de finales del XVIII.

Por otro lado, el XIX es, indudablemente, un siglo de gran aumento de las condiciones de vida. Especialmente a partir de la masiva industrialización europea después de las fracasadas Revoluciones Liberales. Los niveles de consumo de carne irán aumentando hasta superar los niveles medievales (que son superiores a los del mundo clásico, también). El conocimiento médico permite combatir la enfermedad como nunca antes.

Si pasamos al XX, es imposible cuestionar la mejora de la vida material. Pero, entonces, nos asalta una nueva pregunta: ¿Son las condiciones básicas de vida suficiente para tener buenas vidas? Entre el XIX y el XX hemos asistido a grandes oscilaciones en las desigualdades económicas. En el XX, las enormes desigualdades antes del crack del 29 fueron reducidas enormemente hasta el ascenso del neoliberalismo de los 80 (de ahí el movimiento cyberpunk).

Si hablamos de desigualdades inmateriales, como son derechos políticos, podemos cuestionar enormemente que la vida material sea lo único importante para valorarlo. Todos los desarrollos tecnológicos han supuesto un aumento de la opresión junto a nuevas herramientas para combatirla. Aquí valoro burocracia y sistemas legales modernos como tecnología cultural. Si nos venimos a la sociedad de la información, toda la libertad de información de las tecnologías de comunicación que también han creado los instrumentos de vigilancia permanente de nuestro mundo.

Es interesante pensar en la ciencia ficción como el reflejo de su tiempo. Bueno, más que interesante es la única forma de analizarla. El cyberpunk nace en la crisis social que habilita el ascenso del neoliberalismo. Sus temas son dos: la desigualdad económica encarnada en el poder de las corporaciones y la tecnología que, en lugar de hacer nuestras vidas mejores, nos ha condenado al paro, la miseria y la opresión. Algo con lo que cualquier persona de condición humilde puede simpatizar. Es marxista, en tanto que analiza el mundo desde el materialismo.

Pero el transhumanismo es la voz de los 90, de la superación de la crisis ideológica a través del destierro del paradigma materialista. Es la confianza en que todos nuestros problemas se verán superados gracias a la tecnología. Podremos cargar nuestras mentes en ordenadores y evitar la muerte. Podremos producir energía sin problemas y nadie carecerá de nada. Todos los defectos se arreglarán artificialmente. Gracias a la tecnología, el postmaterialismo será realidad.

Es interesante observar el post cyberpunk, como se ha conocido al sugénero que nace del cyberpunk, pero no tiene el mismo origen punk, ni llega a las mismas conclusiones que él. Toma cierto transhumanismo, pues rechaza la alienación de la tecnología. Es un subgénero que quiere explorar el lado amable del cyberpunk. No nos pone del lado de los desterrados del sistema, sino que nos mete de lleno en el sistema. Nos dice cómo vivir en el mundo cyberpunk. Según la obra, puede oscilar más al optimismo que al cinismo. Con el maravilloso anime Ghost in the Shell: Stand Alone Complex no me atrevería a simplicar; no soy capaz de decir si es un futuro positivo o negativo desde la narrativa de la serie. Por eso es una maravilla.

Y ya para acabar, para mí el transhumanismo es una visión religiosa. Igual que las religiones de salvación, traslada al futuro indeterminado el paraíso. El transhumanismo no nos dice cómo mejorar nuestras vidas con los instrumentos del presente, responde a todos los problemas que necesitan solución con la promesa de un futuro tecnológico en que todo será bueno y perfecto. Si es el transhumanismo de la Singularidad, y la mayor parte lo es, incluso nos pone a nuestros Salvadores: la Inteligencia Artificial que, siendo más que humana, enconrará la llave para dar solución a todos los males y necesidades.

No por tener elementos será malo. Mucha ciencia ficción moderna tiene elementos. Es razonable pensar que el futuro será uno donde la mera humanidad será algo del pasado. Aunque sea simplemente por la Realidad Aumentada, seremos más que humanos. Que el tecnoutopismo tenga razón, y viviremos en el paraíso postmaterialista, ya es una cuestión absolutamente diferente. Yo no lo creo.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Cuando el progreso no es lineal


Esta foto corresponde a Kabul en 1972, estudiantes femeninas caminando libremente, enseñando piernas. En Foreign Policy hicieron una galería de fotos correspondientes a los 60-70 en Pakistán que mostraba esto mismo.

Existe en la sociedad occidental una idea muy errónea sobre la historia. Los avances (que nosotros consideramos como tales) van llegando según una progresión lineal de las luchas sociales y civiles. Eso que resume la expresión "estamos en el siglo XXI" o "que todavía pase esto en 2013" ante integrismo religioso, machismo u otras injusticias de carácter más civil que socioeconómico. O cuando el PP hace alguna de sus contrarreformas, nos llevan a "200 años atrás". O eso de pretender que en Afganistán viven en la Edad Media por el tema integrista (el Islam medieval no tiene nada que ver con los talibanes, pero no esperemos rigor) y la ruina política que es el estado afgano.

No es una idea nueva. La idea del progreso nace en en la Ilustración y se consolida en el siglo XIX. El positivismo de Proudhon, por ejemplo, bebe esencialmente del progresismo que impregna la ideología liberal burguesa, incluso entre lo más moderado y conservador del liberalismo. Cuando aparecen las ideologías reaccionarias en las antípodas del liberalismo a finales del XIX (los nacional socialismos y primeros antecedentes del fascismo), lo hacen en parte también como respuesta a una percepción de que el progreso no es tal, si bien esta idea ganará más fuerza tras la Primera Guerra Mundial. Nacen del modernismo y su acción humana que debe forzar el cambio, ni que sea de forma violenta (de donde también vendrá el carácter social más amplio del fascismo).

También el marxismo es profundamente positivista en este aspecto. Marx repasa la evolución humana en las diferentes fases de las relaciones de producción (esclavismo, feudalismo, capitalismo, socialismo y comunismo) en un sentido de claro progreso. Incluso termina, como lo hace el neoliberalismo postmoderno después, en un "fin de la historia" una vez lograda la revolución y el comunismo.

Pero el progreso no es lineal, ni siempre es siquiera progreso. Hablando del progreso social, claro. El progreso técnico es incuestionable, puesto que nace de la acumulación de capital científico, que, a su vez, crea nuevas posibilidades tecnológicas constantemente. En este sentido, antes de la supuesta Singularidad del transhumanismo podríamos ver diversas singularidades históricas en el desarrollo de la escritura o la imprenta para entender el progreso tecnológico y sus aceleraciones (también instituciones académicas tienen un papel muy relevante en ello).

El caso de Afganistán no es que sea un caso de derechos plenos recortados después, porque nunca llegó a imponerse la emancipación femenina. Pero sí hubo, durante buena parte del siglo XX, numerosos intentos de occidentalizar el país. Tanto la monarquía (incidentalmente, la reina Soraya fue una de las grandes activistas de la causa femenina) como las dos repúblicas, especialmente la soviética, lo intentaron sin éxitos aplastantes. Aun así, lograron que se vieran mujeres estudiantes que vestían como occidentales y podían desempeñar profesiones de prestigio libremente... aunque siempre fueron una minoría. La llegada de los talibanes lo destruyó, claro.

Podríamos querer ver un reflejo en las Primaveras Árabes, pero hay dos problemas con ello: todavía están en sus procesos revolucionarios (de consolidación o de contrarrevolución) y es imposible hacer este análisis en el corto plazo por la naturaleza de la inestabilidad de estos años, son tendencias que veremos imponerse o volver a cambiar cuando la política cambie de sentido si siguen en crisis y el islamismo no tiene respuesta. 

Pero es interesante pensar en el islamismo político y cómo su apoyo se podría explicar como la reacción a los regímenes seculares que han gobernado el mundo árabe desde la descolonización. Es curioso que falle la política liberal, pero la población tenga fuertes componentes liberales que claman por democracias occidentales. De ahí que me pregunte si, especialmente en Túnez y Libia, cuando los islamistas no puedan solucionar los reclamos de soluciones a la crisis social de sus estados, veremos una nueva fuerza en los partidos de corte secular con influencia occidental.

En cualquier caso, el progreso social es una ilusión fruto de la Ilustración y la particular historia del XIX europeo. Antes, el paso de la Edad Media a la Edad Moderna supuso una pérdida de libertades general y la creación de estados mucho más represivos que sus antecesores medievales (probablemente por simple cuestión de capacidad de proyectar el poder de las monarquías). El siglo XIX generó muchas desigualdades, entre clases y entre géneros, que antes no habrían sido posibles. Las sociedades de las últimas décadas del siglo XX se han caracterizado por el aumento las desigualdades hasta niveles no vistos en décadas.

La historia no "avanza", se desenvuelve. No hay un destino manifiesto donde está el comunismo, como no hay un fin de la historia neoliberal. Que existan mejores en las condiciones de vida o en la organización política de las sociedades provendrá de sus actores y actrices, sus voluntades, sus interacciones, sus consensos y sus disensos. 

Quien quiera progreso, que lo gane luchando por mejorar su vida y la de los demás día a día. No hay un camino universal hacia ello, no existe ninguna esencia mistica que nos hace más iguales a medida que vamos sumando cifras a nuestra cuenta del tiempo histórico. Estar en el siglo XXI, o en el XXX, no implica nada sobre lass relaciones de producción, ni la estructura social o la organización política.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Pensar la posdemocracia según el framework de la Revolución Militar

La Revolución Militar es una teoría de Michael Roberts para describir los cambios en la doctrina militar en el siglo XVI y su efecto sobre el desarrollo de los estados modernos. Se ha debatido bastante sobre cuándo se suceden estos cambios en la forma de hacer la guerra y su efecto. Es una teoría un tanto polémica, con defensores y detractores por igual.

Esencialmente, nos dice que el desarrollo de la técnica militar postmedieval, la artillería y las armas de fuego, alimentaron el desarrollo de los estados modernos para poder sufragar el enorme coste de equipar y mantener los nuevos ejércitos europeos. La necesidad económica llevó al desarrollo de la burocracia y los sistemas impositivos característicos del período hasta la Revolución Francesa.

Personalmente, creo que su análisis de la guerra medieval está muy anticuado (es de los 50). No hay un cambio tan significativo como tradicionalmente se adscribe al siglo XIV. Y existen muchos elementos de continuidad en el desarrollo de los estados desde el período medieval a la época moderna. Por otro lado, ciertamente el ejército permanente francés de Luís XI es el primer ejemplo de un ejército permanente profesional ya en el siglo XV y su impacto sobre el sistema fiscal francés está ampliamente aceptado, la homogeneización de la talla y la extensión de los comisarios o gobernadores por los diferentes territorios.

Pero al margen de su concreción como teoría, también supone una interesante perspectiva desde la que analizar una sociedad. Si miráramos la evolución social y militar en el mundo clásico, veríamos que el auge de las ciudades estado ciudadanas se produce paralelamente al de los ejércitos hoplíticos de ciudadanos soldado. En el caso de Atenas, el paradigma de la democracia griega (porque la mayoría de poleis no eran democracias como la ateniense, salvo aquellas bajo su influencia), la mayor democratización se produce conjuntamente con la extensión del servicio militar a las clases no propietarias. La profesionalización de los ejércitos en el período helenístico marca la decadencia de las poleis. He de decir que en Grecia es un poco menos claro el efecto de la profesionalización por la interacción con Macedonia y otros estados helenísticos mucho más grandes que las ciudades estado, que competirán con ellos mediante ligas de ciudades.

En el caso romano es mucho más claro. La primera parte de la república es una ciudad estado como cualquier otra en Italia. Ejércitos ciudadanos y fortaleza del régimen cívico. Cicerón decía que Roma tenía tres formas de gobierno en su seno: monarquía en las magistraturas, oligarquía en el Senado y democracia en asambleas y comicios. Con ello equilibraba los defectos de cada forma de gobierno, lo cual es, evidentemente, propaganda de uno de los oligarcas. En cualquier caso, la decadencia del ejército cívico y la creación del legionario profesional mediante los proletarii supone la crisis de la república, donde diferentes oligarcas, desde magistraturas con imperium, que controlan los ejércitos, se disputarán el poder hasta la instauración del régimen autoritario de Augusto, basado en buena medida en el control de las fuerzas militares romanas.

Yendo a la Europa postmedieval, la consolidación de lo que se ha llamado absolutismo (creo que es un término poco preciso, pero bueno) viene, como dice la teoría de la Revolución Militar, de la consolidación de ejércitos profesionales y el monopolio sobre pólvora y artillería. A finales del período moderno los ejércitos profesionales han aumentado en sus contingentes mucho. Con la Revolución Francesa, regresan los ejércitos cívicos. Si bien, en este caso, se han convertido en ejércitos nacionales por el desarrollo de la nación estado con muchos más ciudadanos que ninguna ciudad estado clásica. Primero Estados Unidos y sus milicias, luego el ejército francés de la República y Napoleón, hasta que a lo largo del siglo todos los estados creen sus propios ejércitos nacionales. Uno de los últimos será Gran Bretaña, a finales del XIX.

Es interesante, porque existe una clara correlación. Se consolidan primero las democracias burguesas con voto censitario y luego, consolidados los ejércitos nacionales, se extenderá también el sufragio universal. Aquellos lugares con levas tempranas, como los milicianos de EEUU, la Francia revolucionaria o incluso la España alzada contra Napoleón de la Constitución de Cádiz tenderán a tener sufragio universal masculino antes.

No pretendo establecer relaciones causales. Sería absurdo. La tempranía del sufragio universal masculino en EEUU viene de su estructura social, donde el ciudadano propietario era muy común en las primeras décadas de la nueva república independiente y el voto estaba tan extendido que bien podía ser derecho de todos los hombres (y así se hizo eventualmente... si bien con el tema de la segregación racial de fondo, que lo limitó igualmente). El ejército nacional revolucionario francés no viene de ningún interés burgués por ello, es una simple cuestión de supervivencia frente a todos sus enemigos externos. Y una forma adicional de crear sentimiento patriótico.

No obstante, supone una correlación muy interesante. El punto culminante de los ejércitos nacionales fue la Segunda Guerra Mundial. Tras ella, el ejército profesional vuelve a convertirse en el ejército estándar. Estados Unidos desarrolla, por ejemplo, una carrera militar como elemento redistributivo, de igualdad de oportunidades. El servicio militar se ha limitado en muchos estados europeos. Los países nórdicos todavía lo tienen, Suiza se basa en un ejército miliciano completamente. Es interesante ver que son algunos de los estados más democráticos que hay.

Pero la guerra del siglo XXI no es una guerra de numerosos efectivos como lo fueron las guerras mundiales o las guerras napoleónicas. Es una guerra de alto desarrollo técnico. La doctrina militar se basa en las guerras relámpago y enfrentamientos cortos e intensos, donde el equipamiento y el armamento sofisticado son decisivos. La guerra asimétrica, por otro lado, es lo único que estamos viendo y no obedece a este tipo de conflicto.

Concluyendo: si hacemos caso de las correlaciones observadas en la historia, la nueva forma de hacer la guerra podría hacernos pensar que, en lugar de ir a una nueva era de democracia participativa y plena, estamos en la senda de la posdemocracia.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

¿Los libros curan el fascismo?



Existe esa idea de que solamente los ignorantes conformaron las masas fascistas que violentaron la Europa posterior a la Primera Guerra Mundial. El título hace referencia a la cita de Unamuno sobre el fascismo que se cura leyendo. Pero, ¿es realmente así?

Aunque el fascismo como tal nace con la crisis de identidad del liberalismo europeo tras la I Guerra Mundial, podemos observar sus antecedentes ya durante los años posteriores al inicio de la Segunda Revolución Industrial (tradicionalmente, la Belle Époque que comienza tras la crisis de 1873). Este período se caracteriza por la sustitución de la sociedad burguesa tradicional, triunfante definitivamente en Europa tras las revoluciones liberales de 1848, por la sociedad de masas que todos conocemos. El capitalismo de la empresa familiar y el mercado nacional se ve devorado por el capitalismo global de las corporaciones y las sociedades anónimas.

En este contexto, las clases medias burguesas se ven desplazadas. Por arriba, la alta burguesía trasciende la burguesía tradicional y liberal. Por abajo, la clase obrera se convierte en actriz con agencia propia. La clase media que dominaba la vida pública pierde su influencia a manos de grupos sociales ajenos al ideario sobre el que su propia clase se había definido hasta el momento. Incluso les superan grupos económicos hasta entonces ajenos a la sociedad burguesa del hombre hecho a sí mismo: gestores del capitalismo como directivos y administradores.

La clase obrera se definió por su lucha para emanciparse del yugo del capital. Las élites económicas se definen por su control sobre estados y sociedad a través del capital. La clase media está fuera de juego. Carente de anclaje identitario como clase, a diferencia de la clase obrera, su identidad se construirá a través del nacionalismo. Es cuando nace la segunda ola de nacionalismo, diferente al nacionalismo cívico que nace de los Estados en construcción, mucho más esencialista (hegeliano).

Por supuesto, el nacionalismo por sí mismo no tiene por qué ser algo negativo. Sin embargo, tampoco tiene que serlo positivo. La identidad tiene que construirse en oposición a algo. En Europa había todavía numerosas minorías, judíos, polacos en Alemania, el caos étnico-cultural del Imperio Austro-Húngaro, etc. Las ideologías de las que nacerá el fascismo, todas, tendrán un fuerte cariz racista. No es que el racismo lo inventaran ellos, pero abrazarán el darwinismo social hasta las últimas consecuencias (el nazismo).

Curiosamente, en contraposición, el mundo obrero será más tolerante por influencia de la socialdemocracia. La lectura marxista de la sociedad obliga a ello: si lees el mundo sobre la base de la desigualdad de clase, el enemigo difícilmente será el obrero de otra etnia (la URSS de Stalin también demuestra que no siempre, no obstante). 

Existe el tópico de que los nazis ganaron sus apoyos en el contexto de la Gran Depresión y las crisis de la República de Weimar. Hobsbawm planteaba que, como digo en los párrafos anteriores, la reacción e carácter nacionalista llevaba tiempo desarrollándose. Si llevaba tiempo en gestación, es evidente que no fue por la causa directa unívoca de una crisis económica brutal. Evidentemente fue un factor clave para el éxito de la demagogia nacionalista, como lo sigue siendo hoy día.

Dicho todo esto, hay que mirar qué es la clase media. Generalmente, la clase media tradicional pequeño-burguesa eran las clásicas profesiones liberales: médicos, abogados, maestros, ingenieros, etc. y los propietarios urbanos del taller artesano y la tienda. Y, finalmente, las nuevas clases medias nacidas en este período: oficinistas y demás profesionales del sector servicios que gana importancia en las economías desarrolladas, los llamados por el marxismo "gestores del capitalismo" (aunque yo, siguiendo a Hobsbawm, creo que podemos tener una clase gestora entre las élites y no clases medias. Los grupos de directivos y administradores habían trascendido la burguesía tradicional).

Y ya llegando a la respuesta a la pregunta de este escrito, la clase media se caracterizaba (y todavía lo hace) por ser la clase educada, élites al margen. La clase obrera ciertamente no se podía permitir más que la educación básica. Las profesiones liberales requieren estudios superiores. Podría también decirse que los obreros de cualificación superior están en una difusa frontera social que puede hacerlos parte de estas clases o tener muchas similitudes.

Hay dos tesis que aceptar para mi respuesta. La primera es que el fascismo tiene uno de sus pilares en las clases medias (evidentemente son tendencias). Esto lo apunta a quién beneficieron los regímenes fascistas al margen de los vencedores de siempre de las élites, y éstos son las clases medias. La Italia fascista les dio acceso a trabajar a cargo del Estado en su gran desarrollo burocrático que dobló el número de empleados gubernamentales, beneficiadas las clases medias. De los nazis se puede encontrar la composición de sus miembros incluso en la Wikipedia (de veras: membresía Partido Nacional Socialista Alemán). Parece difícil de rechazar que el fascismo se construye con especial apoyo de las clases medias.

La segunda es que las clases medias tienden a tener una educación superior que los demás. Todavía en los estados sociales europeos modernos es visible la desigualdad entre clases: la clase obrera tiende a porcentajes menores de población con estudios superiores e incluso en informes muy poco marxistas como PISA se cifra el efecto socioeconómico en el éxito escolar en lugar de la propia escuela/sistema en porcentajes muy elevados (60% vs 40). Esto teniendo fuertes compensaciones estatales a las desigualdades económicas, antes de la II Guerra Mundial era mucho más evidente.


Así pues, es difícil decir que la educación es una defensa frente al fascismo. Las clases educadas fueron grandes soportes del fascismo europeo. No quiero hablar demasiado de hoy día, porque la tendencia en Europa ha sido la difuminación del voto de clase (solamente hay que mirar el caos que supone el voto al PP). También porque el neofascismo y el populismo reaccionario-nacionalista no tienen el mismo carácter que tuvo en el pasado y, en buena medida, porque nuestras sociedades también han cambiado y no se mueven del mismo modo. Aun así, todavía podemos ver algunas correlaciones: UPYD es el partido que más votantes con estudios universitarios tiene, el Front Nationale tiene significativos porcentajes de votantes de nuevas clases medias (he visto 29% trabajadores manuales y 25% de nuevas clases medias).

En definitiva, creo bastante improbable que por leer vayamos a poder resistir mejor la llamada del fascismo o neofascismo. Sus antecendentes históricos muestran que la educación no hizo menos susceptibles a las clases que la tenían de ser atraídas por él (no son porcentajes muy elevados para los nazis, pero hay que entender que había más partidos para atraer su voto, muchos democristianos por ejemplo). Suele suceder que las ideologías tienen fuertes componentes de clase, porque las ideologías apelan a elementos que muevan al electorado. Si un partido habla de relaciones de producción, de explotación y bienestar seguramente atraiga mayoritariamente a quien pueda identificar sus problemas en ello.

lunes, 9 de diciembre de 2013

The Dragon's Path, de Daniel Abraham


Hace poco terminé el primer volumen de la nueva serie de Daniel Abraham (The Dagger and the Coin), uno de los escritores jóvenes más prolíficos y, seguramente, con mayor proyección de futuro de USA. Tiene buena relación con George R.R. Martin, que lo "apadrinó" al comienzo de su carrera. Ha escrito también The Long Price Quartet, The Black Sun's Duaghter (como MLN Hanover) y The Expanse (como James SA Corey, pseudónimo de Abraham y Ty Frank).

Este libro es fantasía épica de corte clásico. Un mundo pseudomedieval, magia, dragones, el destino de un reino en peligro en manos de un puñado de personajes. Nada sumamente original en sus premisas. Pero la originalidad está sobrevalorada. Al menos, originalidad cuando reducimos algo a sus elementos más esenciales sin entrar en los detalles.

Porque Abraham se caracteriza por la frescura de cómo toma arquetipos e ideas para darles su propia voz. Es cuando entramos en los detalles de cómo es Geder, o por qué Dawson hace lo que hace, que podemos entender qué está haciendo Abraham con esta serie.

Una oda a la fantasía épica. Hay una entrevista al final de mi edición donde él dice que las ideas sobre para esta serie provienen de unas largas conversaciones con otros escritores y escritoras de fantasía. Reflexiones sobre lo que él cree que es la fantasía, qué expresa, que fueron puestas en marcha para escribir estos libros.

Me quedaría, entre muchas cosas, con que se trata de un libro maduro. No es simplista ni nos da martillazos con sus temas o caracterizaciones, pero tampoco es juvenil en su hiperviolencia grimdark. Es fresco, aunque use fórmulas clásicas y bien conocidas por todos. Plantea temas y preguntas en su diálogo con la fantasía épica merecedores de hacerse, como la cuestión de la defensa del status quo tan prevalente en el género o qué nos hace actuar vilmente.

La caracterización es sólida, aunque no demasiado compleja. Le da suficiente vida al arquetipo para que tenga su propio volumen, pero tampoco estoy seguro de que en todos los casos los haga suyos enteramente. Sin embargo, la caracterización funciona bien junto con los elementos temáticos, es decir, los hace evidentes mediante ella, así que tampoco es mala cosa. No todo nos tiene que hacer dudar, también pueden ser interesantes para plantear claramente la pregunta que el texto nos responda (o la deje en el aire).

Por último, el mundo. Eso siempre me interesa como historiador. Si tuviera que describirlo, diría que es un mundo clásico al que se le ha dado una capa de pintura medieval. Tiene diversos toques que lo hacen más cercano al Imperio Romano, como esclavos mercancía, sociedades urbanas incluso en los reinos más "medievales", gladiadores y triunfos, etc. La sociedad es simple: nobleza por encima de un pueblo llano carente de derechos y ciudades con alguna complejidad mayor e instituciones cívicas. Hay algunas ideas sugerentes, como el pasado del imperio de los dragones y la magia, pero poco detallado todavía. Oh, y la humanidad se divide en doce razas creadas por los dragones.

En definitiva, muy recomendable y una serie con futuro prometedor que ya tiene tres libros, si no me equivoco. De cinco. Nada mal.

viernes, 6 de diciembre de 2013

No por rellenar mapas sabes geografía




Uno de los grandes tópicos sobre la geografía en las aulas es que a alguien se le daba mal o bien según su aptitud para memorizar países, capitales, accidentes geográficos y ponerlos en un mapa mudo. Nadie parece recordar que había todo un curso (según el centro hasta dos cursos más en la ESO) adicional donde lo de los mapas, por lo general, no volvían a aparecer para demostrar la capacidad de memorización. Tampoco es que aparecieran tanto en el primer curso.

El primer problema de esta idea es que, como es habitual en nuestra educación, confunde aprender con memorizar y vomitar en el examen. Nadie debería sentirse mal por no recordar capitales o ríos si no es algo que utiliza regularmente. ¿Por qué malgastar procesos cerebrales en una chorrada que no te sirve en tu vida? Por eso se olvida. Y, por tanto, no se ha aprendido. Si se quisiera que estas cosas se aprendieran, se deberían trabajar regularmente, de manera que se vaya edificando el conocimiento sobre una base sencilla inicial. Tener que meterte dos centenares de estados y sus capitales en la cabeza para descargarlo todo en un mapa el día del examen no favorece que eso vaya a quedarse ahí si no lo trabajas nunca más.

¿Queremos que se quede, por otro lado? Igual que la obsesión por memorizar listas de hechos, fechas y nombres históricos, memorizar todo esto sirve para poco más que para hacerlo muy bien en el Trivial. Todo esto no porque trabajar la memoria no sea algo bueno, sino porque se puede trabajar la memoria mientras se aprende algo. Es más: como todas las trivialidades que memorizar en historia, son lo menos interesante que se hace en la asignatura de Sociales de la ESO.

Y es ése el más grande de los problemas: reducir la Geografía a trivialidades memorísticas cuando es una ciencia social que, como todas las otras ciencias sociales, estudia la sociedad humana desde una perspectiva concreta. En este caso, las relaciones con el medio. El estudio del medio también le corresponde a la Geografía en su variante de Geografía física, claro. Podemos tocar economía, sociología, política...

Trabajar mapas es importante, desde luego. Pero más que rellenarlos uno mismo, lo que realmente importa para el desarrollo de una persona es saber leerlos e interpretarlos. Saber usarlos para orientarse (algo que hacemos en 1º y nunca más se repite), para recabar la información que se necesita, para entender X lugar, para entender la información que te transmite una noticia o libro. Son cosas que, en la vida académica de una persona, no digo ya en la vida diaria, resultarán necesarias.

Por supuesto, en mi mente la educación no es simplemente transmitir conocimientos o habilidades, es utilizar las diferentes materias para que el alumnado aprenda a desenvolverse en el mundo adulto, sea con habilidades prácticas diarias como poder calcular un descuento o habilidades académicas como leer un texto y saber interpretarlo más allá de la información más directa. Es acumular capital cultural que permita al alumnado desarrollarse plenamente cuando decida su futuro y pueda hacerlo efectivo con aquello que aprendió.

Mucho más abstracto, claro, que el currículum actual y sé que nunca será real. Pero soñar es gratis.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

De PISAs y letras

Bad pun, I know.

El martes se publicó el informe PISA 2012. Para variar, todos se centran en la idiotez de los números del ránking, cuando las variaciones de nuestros resultados son inconsecuentes por la variabilidad (100 sobre 500). Por mirar esos ránkings, resultaría que nuestra educación es mejor que la sueca. 

La realidad es que el propio informe indica que España está dentro de la media, puesto que una variación de diez puntos está dentro de la desviación no significativa. Así, estamos al nivel de Noruega, uno de nuestros soñados países escandinavos. Lejos de Finlandia, claro, pero es interesante señalar que Finlandia ha sufrido un retroceso. Hay que dejarse de idealizar lo que hacen en X lugares y pensar seriamente lo que nos parece un problema, lo que queremos y cómo lo solucionamos.

Y lo que debemos querer es igualdad. No porque sea buena a nivel democrático, que también, sino porque el informe viene a demostrar que el bajo rendimiento de España proviene de la desigualdad. Existe la correlación entre CCAA con mejores rendimientos en aquellas con PIB per capita más altos. La diferencia entre los resultados de aquellos con mejores condiciones socioeconómicas y los de peores es ya de 34 puntos. Tiene sentido potenciar la igualdad para mejorar el rendimiento. Los más desfavorecidos son los que sacarán peores resultados, por lo que la escuela que dedique recursos a igualar sus condiciones con los demás obtendrá mejores resultados. Si elimináramos a los repetidores de la ecuación, España tendría un resultados de 519 puntos. Los repetidores son, casi siempre, los pobres. Y, ojo, que repetir curso no sirve de nada en la inmensa mayoría de casos. Como tampoco lo sirve elegir itinerarios pronto, que siempre acaba siendo un paralelismo de las diferencias de clase social.

Pero los indicadores muestran un empeoramiento de la equidad. La resiliencia es el porcentaje de alumnos en condiciones socioeconómicas desfavorables que, pese a ello, tienen un buen rendimiento. De 2009 a 2012 ha pasado del 8 al 6%. La diferencia entre los resultados de aquellos de mejor nivel socioeconómico y los de peor ha aumentado en 6 puntos. Nuestro sistema es todavía más equitativo que la media OCDE, pero en descenso.Los países que mitigan las desigualdades tienen mejores rendimientos.

Ante esto, desde el Gobierno central y desde el Govern de la Generalitat la respuesta ha sido la misma: culpar a los inmigrantes. La vicepresidenta ha dicho que todo esto señala la reforma que se necesita: la LOMCE. No importa que la LOMCE recorte en igualdad, segregue, haga más fuerte la repetición con sus reválidas y limite la relevancia de las letras (comprensión lectora sí o sí). Incluso en la OCDE recomiendan acabar con eso de repetir y trabajar en materia de igualdad. 

Pero tampoco es cosa del PP (o CiU) en exclusiva. La tendencia a la reducción de la equidad del sistema educativo existe desde 2003. Es lo que tiene que la desigualdad lleve mucho tiempo en aumento, aunque la crisis lo haya acelerado y ahora estemos viendo lo más descarnado de la desigualdad, como no se había visto en muchos, muchos años en este país. Mirando los números de Navarra, lo que hace evidente es que no se trata de un problema simplemente de sistema, si no tendrían resultados igualmente bajos.

Se podrán cambiar muchas cosas, pero si el problema de fondo no es la forma de educar y son los factores que rodean a la educación, una reforma de la calidad docente, de métodos didácticos o de la propia sociedad servirá de poco. Algo loable de Finlandia, más allá de lo que hace concretamente, es que,cuando piensa en su educación, lo hace pensando globalmente en la sociedad. Reconocer que la educación es un problema de todos, no esencialmente de inmigrantes, de docentes o de políticas públicas es un primer paso necesario para plantear soluciones, no parches disfuncionales. No digamos ya el usar la educación como otra arma política más del arsenal de la polarizada política española.

Para concluir añadiré algo a la reacción de estos gobernantes que no merecemos (y no por buenos, precisamente). Esa actitud que tienen respecto a la inmigración es el problema. Quieren culpar a alguien, no solucionar nada. No quieren una educación para todos, solamente quieren mitigar lo que estorban los marginados. La inmigración no es el problema, el problema es la desigualdad entre la persona que ha migrado y los autóctonos. Pero también entre los autóctonos hay grandes desigualdades, las mismas desigualdades que tampoco quieren ser solucionadas con una educación equitativa, que pasa por ser inclusiva y bien dotada de recursos. Cualquier solución que no pase por mayor igualdad fracasará, cualquier solución que solamente ponga el foco en una cuestión en detrimento de las demás disfuncionalidades seguirá fracasando. Está muy bien responsabilizar a los docentes, porque tienen su responsabilidad (más bien la política educativa sobre su formación, pero whatever), pero si se ignora lo demás va a servir de poco y menos que sean excelentes docentes sin medios para desarrollar su actividad didáctica o lidiando con aulas llenas de niños y niñas pobres que no tienen acceso a políticas equitativas.

¿Aprender de Finlandia? Sí, a pensar la educación y a actuar responsablemente. Hace falta menos PISA y más igualdad en las aulas.

PD: solamente viendo la porta de El Mundo sobre lo de PISA imagino cómo van a leer el informe a su muy sesgada manera. "Pese a aumentar su gasto en 35% la educación se estanca". Ahí no hay ninguna intención oculta, no.