lunes, 3 de febrero de 2014

Donde defiendo a la Iglesia Católica en el caso del heliocentrismo

El imaginario colectivo suele tener ideas equivocadas, a veces muy equivocadas, sobre el pasado. Todo el proceso de cambio del paradigma científico del geocentrismo al heliocentrismo es un flagrante ejemplo. Tanto que numerosos historiadores e historiadoras demuestran muy poco rigor cuando repiten estos ejemplos como argumento sobre la Iglesia y su relación con la ciencia sin darle el suficiente contexto y reducirlo al más puro simplismo presentista.

Antes de entrar en el heliocentrismo, dejadme deciros, ya que estamos, que en la Edad Media nadie con erudición creía que la Tierra era plana. La esfericidad de la Tierra había sido demostrada en el siglo III aC y siguió siendo el modelo físico en el medievo. Colón no tomó ningún riesgo para demostrar la esfericidad, su riesgo fue calcular que la Tierra era de menor tamaño de lo que era... simplemente tuvo la suerte de que existiera un continente que los europeos no conocían. Y es un mito muy irónico, pues pretende dejar como ignorantes a las personas medievales mientras es un ejemplo de ignorancia moderna. Ah, la hipocresía europea.

Yendo a lo duro de la entrada, aquí nos encontramos con diversas ideas erróneas. A quien la mayoría de personas conoce es a Galileo y su juicio por herejía. Luego está la teoría que presentaba Copérnico (la realmente revolucionaria, a diferencia de Galileo, que no fue capaz de demostrarlo), las reacciones a Copérnico y la muerte de Copérnico.

Iremos primero al heliocentrismo en sí. Copérnico fue contra el paradigmo hegemónico de la comunidad científica medieval y postmedieval (Copérnico publica De Revolutionibus en el año 1543, aunque antes ya lo había defendido públicamente). Hasta entonces, solamente casos aislados habían cuestionado el paradigma geocéntrico de Ptolomeo (en Europa, Nicolás de Cusa), incluso un griego llamado Aristarco del que parece que Copérnico había leído también.

Copérnico es uno de los pilares fundacionales de la ciencia moderna por su transformación del modelo del sistema solar desde una perspectiva filosófica a la ciencia predictiva. Más allá, el modelo copernicano permitía hacer cálculos astronómicos más rápidos y efectivos que el modelo ptolemaico.

Galileo también cuestionó el modelo geocéntrico. Para entonces ya existía el telescopio y se estaban observando discrepancias entre los modelos geocéntricos y la evidencia recopilada. Galileo publicó muchas cosas de sus observaciones, entre ellas la invalidez del modelo ptolemaico. Kepler elaboró sobre lo que Copérnico había trabajado, demostrando más efectivamente los movimientos planetarios observados.

Pero vayamos a las reacciones, que era lo que me interesaba. Cuando Copérnico comenzaba a exponer sus teorías recibió apoyo eclesiástico. A algunas lecciones en Roma donde se comunicaba la teoría asistieron cardenales y un papa y se le animó a publicar su teoría completa. De Revolutionibus estaba dedicado al Papa Pablo III.

El libro se publicó cuando Copérnico ya estaba en los últimos meses de vida. No fue condenado por herejía. Primero, porque no habría habido tiempo material. Segundo, porque tampoco había ninguna voluntad. No hay prueba alguna de que la Iglesia, en estos años, tuviera ninguna ninguna intención de censurar la teoría. Y fue una teoría que se debatió en el mundo académico sin que la Iglesia se posicionara oficialmente. Y no murió, desde luego, en la hoguera. De hecho, fue enterrado en la catedral de Frombork.

Una explicación para esto y la posterior censura (se publicaban ediciones corregidas que no hacían apología del universo heliocéntrico, lo cual eran correcciones muy menores) tras el asunto de Galileo es que la Iglesia estaba esperando ver la respuesta de la comunidad científica. Porque hubo debates científicos, más allá de cuestiones teológicas o filosóficas. Había que explicar cosas para las que el período no tenía ni medios físicos ni teóricos con los que solucionarlas: el paralaje de las estrellas (si la Tierra se mueve, debería observarse el movimiento de las estrellas con él... Copérnico argumentaba que se movían, pero no tenían los medios para demostrarlo), cómo se movía la Tierra (el modelo ptolemaico lo tenía) o el tamaño de las estrellas, ampliamente sobreestimado antes de tener mejores métodos de medición.

Si vamos al asunto de Galileo vemos que se trata de cuestiones que van más allá de la ciencia y la religión. Las disputas de Galileo eran, en buena medida, personales. Era una persona abrasiva y alienó incluso a los miembros del tribunal que le eran favorables. Se burló del Papa en un escrito ridiculizando sus posturas adscribiéndolas a un personaje llamado Simplicio que lo caricaturizaba. Más allá, Galileo pretendió hacer argumentos teológicos (decía que no iba contra lo que decían las Escrituras) donde no correspondía: en un juicio sobre una cuestión científica.

Pero el juicio a Galileo fue el momento en que la Iglesia tomó una posición oficial: la teoría heliocéntrica no era veraz. Era una posición ampliamente aceptada por la comunidad científica en aquellos años. No es hasta la segunda mitad del XVII que el heliocentrismo va ganando adeptos y sustituye al geocentrismo en mayor aceptación. Hasta finales del XVII con Newton y los avances técnicos del XVIII no se rebatirán los argumentos contra el heliocentrismo.

Así pues, la Iglesia, cuando condenó a Galileo a retractarse de su heliocentrismo, estaba defendiendo la ortodoxia científica y la buena metodología. En 1582 usó sin ningún problema cálculos de Copérnico para hacer algunos arreglos al calendario. Nunca dejó de publicarse el libro de Copérnico (o los de Kepler), si bien censurado. A mediados del XVIII (solamente un siglo después), el heliocentrismo dejó de formar parte del índice de libros prohibidos.

Como reflexión final, consideremos que la Iglesia Católica es un pilar fundamental de la ciencia moderna (junto a la ciencia islámica de su edad dorada entre los siglos VIII y XI) . Sin las instituciones católicas habría sido imposible la Revolución Científica del XVII que nos abrió la puerta a la Revolución Industrial. La Iglesia funcionó como guardiana de saber y financió y protagonizó muchos desarrollos técnicos y científicos. Copérnico era un monje. El origen de la teoría del Big Bang proviene de un sacerdote católico, todavía hoy.

Más allá, el catolicismo siempre fue profundamente naturalista. Es lo que tienen las deidades trascendentes, que te dejan espacio para hacer del mundo natural un espacio racional y consistente sujeto al estudio científico. Hay muchas razones para criticar a la Iglesia. En el presente. Porque si para hacer las muchas críticas que se le pueden hacer a la Iglesia hay que ir al pasado y hacer un reduccionista que extrapola nuestros conflictos a ese pasado... pues será que el emisor no tiene muy buenos argumentos. Más absurdo todavía si no se contextualiza adecuadamente un ejemplo del anticientifismo y el fanatismo ignorante de la Iglesia lo que es un ejemplo del racionalismo en la Iglesia Católica.

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